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Este verano, la cultura será una fiesta – Álex Sàlmon

La cultura entró en colapso. Hace unas semanas nadie podía ni imaginar que el argumento de un videojuego cualquiera iba a meterse en nuestra realidad. Pero así ha sido. Y ahora teatros, cines, museos y librerías están cerrados. No hay espectadores ni consumidores de cultura. Todos en casa confinados. Un mal sueño que tiene cifras y perjudicados reales, no oníricos.

El sector cultural aportó al PIB cerca de 40.000 millones de euros a lo largo de 2019 y las personas que trabajaron en las diferentes plataformas culturales durante ese mismo año superaron las 700.000. En definitiva, la cultura es el cuarto motor industrial en España, y que nadie se eche las manos a la cabeza por utilizar el término industrial. Debe ser entendido así por lo bien estructurado y construido que está, aunque la gente de la cultura siempre se queje. Está en su ADN. Por fortuna.

Las ayudas llegarán, no hay otra, y el ministerio y las consejerías autonómicas, así como los entes municipales, deberán estar a la altura. El Ayuntamiento de Barcelona, por ejemplo, ya explicó la semana pasada que sería proactivo. Esa será la vía. El problema fundamental en el mundo creativo y cultural es la poca liquidez en la que siempre vive. Forma parte de su forma de organizarse, fundamentalmente por dos razones: las bajas tarifas que le aplican y la necesidad existencial de reinvertir en nuevos proyectos. Y eso ha ocurrido siempre en el mundo del teatro, de la literatura y del arte y un largo etcétera. Páguele a un artista plástico 6.000 euros que, de inmediato, estará comprando nuevos lienzo y pinturas. Las grandes empresas culturales, con cantidades exponencialmente diferentes, también han convivido en el mismo sistema, aunque, claro, la facilidad de endeudamiento siempre ha sido superior.

Las medidas que necesariamente tendrán que impulsar las instituciones públicas deberán pasar por líneas de créditos con intereses cercanos al cero. Aunque lo más importante será la agilidad burocrática. Llegar tarde, ser lentos, significará destrozar a muchas empresas culturales. La cuestión es clara: si nadie cobra, nadie paga; si nadie paga, nadie cobra. Y la bola ya estará en movimiento. Una situación que la cultura ya vivió hace unos 10 años, y la economía en general. Puede que, además, sea el momento de acabar en el IVA cultural y dejarlo al cero. Algo que ya ocurre cuando la producción cultural está referida a un trabajo escrito, como el periodístico, además del impulso a una exención del IBI. Cualquier medida para salir de esta situación de colapso.

El colectivo que compone el sector es cultural es positivo. Solo se puede sobrevivir en la creación con una tipología psicológica muy concreta que rechaza, de entrada, la negatividad. Otra cosa es la bronca y el cabreo, pero ese es otro debate.

Eso hace indicar que el verano será una fiesta. Es la única forma de enfocar esta situación. El confinamiento, cuando acabe, debe ser un pistoletazo de salida a las salas de teatro y de cine, al consumo de libros, a los festivales de verano que en estos momentos está teniendo un consumo de entrada bajo mínimos, a las galerías de arte y fotografía, a los bares y a los restaurantes, donde la cultura y la creación vive en la comida. Será la única forma de salir de esta crisis sanitaria dispuesta a cambiar al mundo.

Así que los frentes serán dos. Por un lado, una labor responsable de las administraciones públicas, con la mayor agilidad y empeño, y la del consumidor, sin miedos.

¡Qué difícil, eh! Las palabras de ánimo ante una crisis siempre suenan fuertes y emotivas. Después llega la acción personal. Esa es una apuesta íntima. ¿Nos lo creemos o no? ¿Quién moverá ficha primero? Es evidente que son los organismos públicos los que deben anticiparse y generar seguridad. Si esta fase no se consolida, poco podrá hacer el creador y, después, el consumidor. Al final es lo de siempre. Hay que pagar el alquiler y comer. Porque esto no va de macroeconomía. Simplemente de las millones de cuentas corrientes de empresas culturales y creadores que necesitarán recuperar la salud mental y económica. ¡Viva la cultura!

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Álex Sàlmon és periodista, analista a Catalunya Ràdio, Tv3, TVE i Ràdio 4. Professor de periodisme a la UAO i a la UIC.

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