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Diari del dia de després – Cohabitar con el virus en Pekín

El 30 de junio, en una urbanización a 3 kilómetros del epicentro del nuevo brote de coronavirus de Pekín —el mercado mayorista de alimentos Xinfadi (新发地市场) en el distrito de Fengtai— a Yu Feng, un vecino del barrio, le fue requisado su pase comunitario: un miembro de su familia había estado cerca del mercado y, por lo tanto, su código de salud había pasado a rojo, lo cual implicaba que tenía prohibido salir de la ciudad y debía permanecer aislado en casa. Además, en la puerta de su casa se había instalado un sistema de control que alertaba a los vigilantes de la comunidad en caso de que se saltase el confinamiento.

De hecho, recientemente ha habido una gran polémica en torno a una joven que supuestamente debía permanecer aislada en su casa (por las mismas razones que Yu Feng) y que fue filmada en un centro comercial hablando por teléfono y llorando desconsoladamente porque le habían diagnosticado coronavirus. Todo el personal del centro tuvo que someterse a las pruebas de COVID-19, y luego se supo que la chica había manipulado deliberadamente el sistema de control de su piso para salir y entrar a su antojo.

En todo caso, el escrupuloso control de los casos recién diagnosticados y la localización de sus contactos más recientes siguen siendo las medidas más eficaces para frenar la epidemia. Pese a todo, en comparación con la crisis epidemiológica de Wuhan, las medidas de detección y control que se están aplicando en Pekín son más precisas y enfocadas a un determinado grupo de riesgo, es decir, no se aplican de forma indiscriminada al conjunto de la población.

Según Hu Shanlian, exprofesor de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Fudan, “una vez dejen de diagnosticarse nuevos casos, aproximadamente al cabo de 28 días —dos veces el periodo de incubación máximo del virus— será posible rebajar el nivel de riesgo de la ciudad”.

Entre el 11 de junio —cuando se anunció un nuevo caso de coronavirus en Pekín— hasta el 1 de julio, se han detectado un total de 329 casos locales en la ciudad. El 1 de julio, el gobierno municipal de Pekín informó de un solo caso local de COVID-19 y dos infecciones asintomáticas. En consecuencia, las autoridades tienen previsto levantar gradualmente las medidas de control de los mercados de “riesgo”.

 

En este brote, al principio se sospechó de la sección de pescado y marisco del mercado de Xinfadi, pues se había detectado el virus en un puesto de venta de salmón fresco (lo cual, por cierto, ha provocado una caída espectacular de la demanda de este pescado en China, hasta el punto de que Noruega, el mayor exportador de salmón del mundo, tuvo que intervenir diplomáticamente para desmentir las sospechas sobre su salubridad). Pero, actualmente, las investigaciones para hallar el origen del brote se centran sobretodo en los trabajadores de la sección de productos cárnicos.

 

En la madrugada del 12 de junio, se evacuó a los clientes y trabajadores del mercado. Cuando se cerró la sección de carne de ternera y cordero, Li Ping, un vendedor de frutas al por mayor, no temió por su negocio: “la carne de ternera y cordero se encuentra en otra zona, a casi un kilómetro de distancia de la de frutas”, afirmó. Sin embargo, a primera hora del 13 de junio, Li Ping se enteró de que el mercado mayorista de frutas también permanecería cerrado.

Ese mismo día se realizó la prueba de coronavirus a todos los empleados del mercado, y Li Ping tuvo que confinarse: “Todavía temo infectar a mi familia”.

Las pérdidas económicas para los vendedores de frutas y verduras son cuantiosas, debido a que los productos han sido requisados y la mayoría acabarán por deteriorarse. Además, los problemas logísticos también son considerables, porque se trata del mercado mayorista más importante de Pekín (de hecho, es como si se cerrara Mercabarna en Barcelona).

 

 

Actualmente, los residentes de Pekín tratan de salir al exterior lo menos posible: aparte del riesgo de infección, temen pasar por áreas de alto riesgo y, ante la creciente sofisticación de la inteligencia de datos, descubrir que su código de salud se ha vuelto rojo, con todas las desagradables consecuencias que esto conlleva (cuarentena, prohibición de viajar…).

De hecho, entrar y salir de la ciudad es complicado: por ejemplo, según las directrices oficiales, los ciudadanos deben estar en posesión de un certificado que garantice que se han realizado la prueba en los últimos 7 días. En ese sentido, el número de centros para realizarse el test en Pekín ha aumentado de 75 a 144, y según los datos a 28 de junio, la ciudad ya lo había efectuado a 8,29 millones de personas. Incluso así, un miembro de la Comisión Nacional de Salud afirmó que se planeaba duplicar la capacidad de diagnóstico de algunos hospitales públicos.

Actualmente, Pekín tiene 4 áreas de alto riesgo y 26 áreas de riesgo medio.

Debido a este nuevo brote, muchas personas han tomado conciencia de que, desgraciadamente, no se puede descartar la posibilidad de que en el futuro surjan nuevos brotes regionales a pequeña escala y que, de momento, será necesario convivir con el virus.

 

 

[Fuente: 财经]

 

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