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Álex Sàlmon – Por fin se queja el sector cultural

Un país sano se descubre por su cultura. No hay mucho más. Con una cultura sana y una educación activa las sociedades avanzan. En sencillo decirlo y debería ser fácil hacerlo. Sin embargo, ocurre todo lo contrario. En culturas como la catalana, cuando la economía va bien se hacen políticas culturales de expansión que al final acaban siendo tragaderas de dinero público, sobre todo por aparentar. Sin embargo, cuando los ingresos flaquean lo único que se hace es recortar. Una triste metodología.

La cultura catalana pública lleva años en un espacio anodino sin nada que aportar. No así sus actores culturales. Un ejemplo sencillo y popular es el fenómeno Rosalía. Además de su propio arte, para que la artista alcanzara su velocidad punta en creatividad y producción, pasó por una realidad musical de escuelas y profesores, Taller de Músics o Esmuc incluidos, que explica el potencial, con o sin subvención, de nuestra industria cultural.

Inmersos en eso que denominan “el procés”, muchos de los actores de esa industria cultural catalana olvidaron lo que era criticar al Govern por su pasividad, poco liderazgo y bajo presupuesto. El más pequeño en porcentaje de los últimos 20 años.
Un ejemplo sintomático y preocupante fue cuando el pasado mes de agosto la Generalitat reclamó a una institución cultural como el MNAC un millón de euros. La decisión estuvo motivada a partir de la solicitud desde Economía a todas sus consellerias de cuadrar unas cuentas que tenían que ser restrictivas a causa de la prórroga de los presupuestos. El museo ya presentó alegaciones que además estaban referidas a la cantidad requerida. Pero lo fundamental, en este caso, es el hecho: reclamar dinero en una dirección equivocada.

Esta noticia ya produjo una alarmante preocupación en el sector. Las asociaciones de museólogos, las de los profesionales de la gestión cultural, los conservadores, restauradores y críticos de arte de Cataluña manifestaron su contrariedad sobre lo que ello suponía. De entrada retrasar exposiciones que estaban previstas para el primer trimestre de 2020.

Pero han pasado meses, años, hasta que el sector no ha puesto el grito en el cielo y ha dicho basta. Así puede entenderse la creación recientemente de la plataforma Actua Cultura 2%, compuesta por asociaciones teatrales, productores musicales, audiovisuales, de salas de concierto, de cine, de representantes, de artistas en la calle, galeristas, gremios de editores, de libreros, vaya, todos, para reclamar el mínimo de un 2% del presupuesto en cultura. Una media europea aunque a la baja. Actualmente el presupuesto de la Generalitat es de un ridículo 0’6%.

Por fin parece que la cultura y sus integrantes salen del letargo en el que parecían anclados, obligados por la situación de país. Como si una mala crítica a un gobierno obsesionado por el proceso hacia la independencia pudiera ser considerada negativa para la propia hoja de ruta establecida por los últimos gobiernos de la Generalitat.

Eliminadas las máscaras, sobrepasados por la paciencia y empujados por un sector cada vez más en decadencia, los distintos sectores culturales se han atrevido a considerar el presupuesto actual una “indecencia” y a decir basta “por dignidad”.
Lo cierto es que la Cataluña cultural siempre ha vivido de su excelencia creativa, pero no por la apuesta directa de sus diferentes gobiernos. El año de mayor presupuesto fue el 2008 y sólo con un 1% del total. Y muchas de sus instituciones tienen como mecenas referencial el Estado. Es el caso del MACBA, el Palau de la Música, el Auditori o el Liceu. Por ello es saludable que el momento político no paralice la impronta que siempre ha caracterizado a los diferentes creadores. Un cuidado por no molestar atrofia la parte de sentido crítico que toda cultura debe tener.

La cultura necesita más dinero. Y ello no significa siempre más subvenciones. No siempre precisa de ayudas directas. Pero sí puede ser el impulsor y constructor de una realidad creativa que facilite a la cultura desarrollarse. Sin freno. Sin sutilezas. Fresca y cosmopolita. Ahora es fundamental que siga la presión. De nada servirá una foto tras una rueda de prensa.

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Álex Sàlmon és periodista, analista a Catalunya Ràdio, Tv3, TVE i Ràdio 4. Professor de periodisme a la UAO i a la UIC.

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