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Manifiesto “Rapto de Europa 2.0” — Konstantín Bogomólov

El 10 de febrero de 2021 se publicó “Rapto de Europa 2.0”, el manifiesto del director de cinema ruso Konstantín Bogomólov (clica para saber más), uno de los cineastas más famosos actualmente en su país natal. Hänsel* y Gretel* junto con la Fundación Casa de Rusia en Barcelona ofrecen una traducción al castellano del manifiesto y les invitan a debatir sobre su contenido.

Hänsel* y Gretel* ha decidido publicarlo hoy, un año después, a la luz de unos nuevos acontecimientos que le dan un carácter casi premonitorio. Su lectura desgrana las claves de la mentalidad cultural y política de Rusia en relación con Europa. Hay que adentrarse en este texto -más allá de las acusaciones de Konstantín Bogomólov a lo largo del manifiesto- con una mentalidad cultural para intentar descubrir como se nos ve des de otro lugar, en este caso, Rusia. Bogomólov logra adentrarnos en una visión de Europa donde no es imposible notar la tensión moral y estética de escritores como Dostoyevki, Buljakov o Limonov. El manifiesto está centrado en advertir que Rusia deje de lado los valores europeos.

Con esto, no pretendemos adherirnos al manifiesto, sino invitarles a (re)pensar Europa.

 

 

Rapto de Europa 2.0 — Konstantín Bogomólov

La naranja mecánica

El ser humano es una criatura hermosa y peligrosa al mismo tiempo. Igual que la energía atómica, posee la fuerza creadora y la destructora. Dirigir esta energía, limitar su poder destructivo y estimular el creativo es un gran reto. Un reto de construir una civilización compleja sostenida por los hombres complejos. Este era el camino de desarrollo del mundo occidental hasta los tiempos actuales. Dominando por medio de religión, filosofía, arte y educación la parte oscura del ser humano, pero permitiendo que la oscuridad saliera fuera por las mismas válvulas de escape como el vapor de una caldera sobrecalentada. En el siglo XX la energía atómica, que el hombre representa, se escapó del control. El nazismo se convirtió en Chernóbil de la humanidad. El estado de shock y el miedo de Europa frente a esta gran explosión de lo primitivo del ser humano han resultado ser enormes.

Tras liberarse del nazismo, Occidente decidió asegurarse contra la nueva “catástrofe nuclear” eliminando al hombre complejo. A aquel hombre complejo que Europa estaba cultivando durante el largo período del Cristianismo. A aquel hombre que describía Dostoyevski: elevado y ruin, ángel y demonio al mismo tiempo, que ama y odia, tiene fe y tiene dudas, reflexivo y fanático. Europa se asustó del animal que se escondía dentro del hombre sin darse cuenta de que la parte animal es igual de natural e inherente al ser humano que su parte angelical. Al verse incapaz de superar intelectual y espiritualmente las consecuencias del nazismo, Europa tomó la decisión de castrar al hombre complejo. Castrar su naturaleza oscura encerrando sus demonios dentro para siempre. En su época Kubrick rodó La naranja mecánica, una película sobre los jóvenes marginales que, bajo los efectos de las drogas, aterrorizaron a medio Londres dando palizas y cometiendo actos violentos contra los ciudadanos de bien. Cuando cogen al líder de la banda, le proponen una terapia experimental a cambio de reducción de la condena: le fijan los párpados de los ojos para mantenerlos siempre abiertos y le proyectan durante horas imágenes de violencia mientras la música de Beethoven suena de fondo. Finalmente, el joven no solamente rechaza la violencia: la música le da náuseas, no puede ver a una mujer desnuda, el sexo le provoca asco. Y, después de recibir una patada, lame el zapato del agresor. El Occidente de hoy es parecido a un criminal después de haberle practicado una castración química y una lobotomía. De aquí la falsa sonrisa de benevolencia y aceptación total, congelada en el rostro de una persona occidental. No es una sonrisa de la Cultura. Es una sonrisa de la decadencia. Fragmento de La naranja mecánica.

El nuevo Reich de la ética
El Occidente se posiciona como una sociedad que aspira a la realización de las libertades individuales. En realidad, hoy en día el Occidente lleva a cabo una lucha contra el hombre, tratándolo como una energía complicada y difícil de manejar. En esta lucha las funciones de juzgar, perseguir y aislar no están anuladas, el estado las ha delegado a la sociedad. El estado, representado por la policía y las estructuras de seguridad, se ha vuelto más “humano” pero la sociedad supuestamente progresista ha asumido el papel de nuevos combatientes con cuya ayuda el mismo estado lucha contra la disidencia de una forma muy eficaz. El mundo occidental moderno se está convirtiendo en el nuevo Reich de la ética con su propia ideología: “la nueva ética”. El nacionalsocialismo ya es pasado. Ante nosotros tenemos el socialismo ético. Queer socialismo. Siemens, Boss y Volkswagen se han convertido en Google, Apple y Facebook y los “nazis” han dejado paso a una mezcla, igual de agresiva y deseosa de reformatear el mundo, de queer-activistas, femme-fanáticos y eco-psicópatas.

Los regímenes totalitarios tradicionales oprimían la libertad de pensamiento. El nuevo totalitarismo no tradicional ha ido más allá y pretende controlar las emociones. Limitación de la libertad de emociones del individuo es un concepto revolucionario de este nuevo Reich de la ética. Los sentimientos y los pensamientos siempre pertenecían al ámbito privado del hombre. No tenía derecho de llegar a las manos, pero su mente y su corazón eran libres. Ese era el tácito pacto social de la civilización europea que concebía a las personas como recipientes de emociones e ideas donde el odio, el lado opuesto del amor, a pesar de ser un sentimiento difícil y peligroso, era una parte importante y necesaria de la personalidad humana.

Ya no puedes decir “yo no quiero…”, “no me gusta…”, “tengo miedo de…” Debes cotejar tus emociones con la opinión pública y los valores públicos.

Y los valores públicos se han convertido en el nuevo Muro de las Lamentaciones donde cada infeliz, ofendido o simplemente un individuo poco honesto no solamente puede llevar su petición, puede exigir a nuevo Dios – la Sociedad Progresista – que incluya su ofensa, drama, miedo o enfermedad en la lista de nuevo – ético- UNESCO y les confiera un estatus socialmente relevante, les asigne una partida del presupuesto y les crea una cuota especial en todos los ámbitos de la vida social. Y si alguien se atreve a decir que la ofensa no merece la pena, que la enfermedad se puede curar y que el drama personal es una cuestión privada, se convierte de inmediato en víctima de la potente máquina de represión: la Opinión Pública.

 

Todos contra uno
La herramienta ideal de esta nueva máquina de represión son las redes sociales. Sus convencionales funcionarios son los “ciudadanos de bien” y usuarios activos de las redes. Ellos no llevan uniforme, no utilizan porras ni pistolas paralizantes. Pero ellos tienen dispositivos electrónicos, la sed de poder de ciudadanos de a pie y la pasión oculta por la violencia y, además, el instinto gregario. Ellos no tienen derechos jurídicos, pero asumen el derecho moral. Pero es muy evidente, a la luz de los recientes acontecimientos en los EEUU, que son algo más que una simple turba autoorganizada en las redes. Tienen apoyo del Poder, del nuevo Ministerio de la Verdad representado por los propietarios de los gigantes del Internet. Las redes han dado a estos nuevos agresores el anonimato y la invisibilidad y, como consecuencia, la impunidad. Una turba virtual que ejerce persecución virtual, linchamientos virtuales, violencia virtual y el muy real aislamiento psicológico y social de aquellos que no desfila en sus filas. Ellos – chivatos y vigilantes – juegan con gran maestría con el miedo eterno del ser humano: quedarse solo contra todos.

En un estado nazista un artista podría perder su trabajo y su vida a causa de su arte “degenerado” mientras que en un “maravilloso” estado occidental del futuro un artista pierde su trabajo por apoyar un sistema de valores que no toca. Y no solamente un artista, cualquier figura de influencia. La situación avanza precipitadamente y hoy cualquier modesto colaborador científico de una universidad provinciana de los EEUU o un simple estudiante, pacífico y con cierto éxito, pueden ser expulsados de sus respectivas sedes por expresar una opinión “inadecuada” sobre la vida política o social. Y ya que estas medidas represivas son efectuadas por la misma sociedad y no por el estado, las represiones se denominan “acciones de solidaridad colectiva” santificadas por la cólera justa de las personas “libres” y “progresistas” que exigen a los que no estén de acuerdo que dobleguen una rodilla y en este caso estarían dispuestos a ser generosos y darles la posibilidad de trabajar y crear. Están empujando a las personas a la autocastración como el único modo de sobrevivir en este nuevo estado orwelliano.

Contrarrevolución sexual
El nuevo Reich ha declarado la guerra a la muerte. Una guerra contra la naturaleza humana donde el envejecimiento y la muerte forman parte del inconcebible plan divino. La persecución de la eterna juventud se ha convertido en una obsesión en la nueva sociedad occidental. La razón es evidente: la muerte es imprevisible y es divina. Pero los queer-socialistas – igual que los nacional-socialistas y los comunistas – no reconocen otro poder que el poder de sus ideas. La Idea y la Razón son sus dioses. O ellos mismos son los dioses y consideran al ser humano no como misterio, sino como objeto de sus experimentos, como carne. La guerra contra la muerte es la guerra contra el misterio de la existencia humana. Una guerra estúpida y sin sentido contra la Eternidad. Pero allí donde se libra una guerra contra la muerte – como un hecho divino, como un final místico – también es inevitable una guerra contra la vida. Porque la vida es igual de impredecible que la muerte, igual de incomprensible. Y, como consecuencia, incontrolable y peligrosa.

Europa ha recorrido el camino de la revolución sexual, que se convirtió en un nuevo renacimiento del post- nazismo europeo hasta entrar en la lucha con la energía sexual – la más vital, emocional e incontrolable parte de la existencia humana. Porque sexo es libertad. Sexo es peligro. Sexo es la parte animal del ser humano. Pero lo más importante: sexo es creación de Vida.

El Cristianismo le daba al acto sexual un halo sacramental. Transmitía belleza y divinidad. El erotismo se representaba en el arte. El deseo era una manifestación de inspiración. El sexo se consideraba como el goce sagrado del amor. El nacimiento, un milagro.

El nuevo Reich considera el sexo un proceso productivo y los órganos sexuales unas herramientas. Y, de acuerdo con el legado de los socialistas del pasado y dentro del marco del nuevo queer-socialismo, socializa las herramientas de producción y las redistribuye mientras el proceso productivo en sí es optimizado y sometido al control estatal y social, haciendo irrelevante la pertenencia a un sexo determinado.

El incendio de la catedral de Notre-Dame de Paris no simboliza la caída de la Europa cristiana bajo la presión musulmana. Es una extraña y mística señal de la guerra del nuevo Reich contra el misterio sagrado de la vida y la muerte manifestada en la Cruz.

 

Fronteras y nueva teoría racial
La transfronterización de la sociedad, la globalización es parte de la creación del nuevo imperio totalitario. Antes un disidente tenía la posibilidad de abandonar su sociedad y encontrar una nueva. Fronteras protegían la libertad individual: multitud de sistemas de ética y de valores daba la posibilidad al individuo de encontrar el suyo, aquel que lo aceptaba al máximo o, simplemente, no le ponía demasiadas trabas – un ámbito propicio para vivir y realizarse. El nuevo imperio étnico ansía expandirse y unificar sociedades. Se está creando un nuevo pueblo global donde una persona discrepante no puede esconderse de los guardianes de la pureza ética. La pureza ética ha substituido a la pureza racial. Hoy en el Occidente no se estudia bajo la lupa la forma de la nariz, sino el pasado ético de cada individuo que ha conseguido éxito: a ver si encuentran en la profundidad de las décadas ni que sea un pequeño acoso, abuso o simplemente comentario que no corresponde al nuevo sistema de valores. Y si es así, ponte de rodillas y arrepiéntete.

 

La Europa que han perdido
La revolución de octubre aisló a Rusia del Occidente casi durante un siglo. Tras librarse del bolchevismo, en los 90 Rusia se lanzó hacia Europa. Rusia buscaba aceptación, intentaba aprender, soñaba recuperar el estatus de un país europeo. Y recuperar los valores europeos. Los valores de la hermosa Europa de antes de la guerra que no temía al hombre complejo con todas sus múltiples facetas, que respetaba su libertad de amar y de odiar. Europa que entendía que la naturaleza había creado al hombre como una criatura complicada, contradictoria y dramática y no se veía con derecho de entrometerse un los planes supremos. Esa Europa para la cual el valor principal del ser humano era su individualidad expresada en sus pensamientos y su creatividad y no en que forma practica el sexo. Y la creatividad consistía en la creación de la música, arte, textos y no en el afán de rediseñar su cuerpo e inventar nuevas definiciones de género. Era esa la Europa que Rusia buscaba en la década de los 90. Así soñaba ser… Pero ¿vale la pena hoy buscar aliados allí donde no los hay?

Europa es el Huerto de los Cerezos abandonado y expuesto a saqueo. Donde los Firs se esconden de las multitudes de migrantes, las Ranevski se meten cocaína con la salud que les queda, Petia Trofímov redacta leyes europeos, Ania se ha convertido en queer-persona mientras que los ancianos y dementes Gayev, como el viejo Biden, mascullan frases estándar sobre la bondad y la justicia.

Sin duda alguna, Rusia de hoy está lejos de Europa que quería ser. Pero es evidente que ella tampoco quiere entrar en el nuevo panóptico europeo.

Nuestros progresistas y occidentalistas insisten que Rusia ha sido y es un país de esclavos y guardianes. En cierto modo es así. Pero también es cierto que largos años de vida sin libertad, el miedo a los campos de trabajos forzados, los chivatazos, el silencio o la violencia, que se habían instalado en nuestra memoria genética y se han convertido en formas de supervivencia y de defensa del pueblo contra el poder y del poder contra el pueblo – todo eso no precisa de revoluciones, sino de paciencia y de curación. El drama de Lancelot consiste en que, en realidad, él no quería a Elsa, ni a la gente que intentaba salvar (personajes de la película soviética “Matar al dragón”. Nota del traductor).

Aborrezco la violencia y la atmósfera cargada de miedo. Pero eso no significa que pueda aceptar que un país de esclavos y guardianes se convierta en uno donde los chivatos dilaten no por miedo, sino de corazón; donde los perseguidores acosan no por ignorancia, sino por ser ilustrados, donde los Schwonder (personaje de la novela de Mijail Bulgákov “Corazón de perro”. Nota del traductor) de distintos colores (blancos incluidos) del BLM (Black Lives Matter. Nota del traductor) irrumpen en las casas y exigen al Profesor (personaje de la novela de Mijail Bulgákov “Corazón de perro”. Nota del traductor) que hinque la rodilla en el suelo y que comparta su vivienda y su sueldo con los hambrientos Floyd.

Rusia había pasado por eso en 1917. Y los “feminitivos” y otras profanaciones de la lengua, y un intento de liberarse de la pertinencia sexual y cultural, y las reuniones donde se cuestionaba la moralidad de las personas, y las reivindicaciones masivas de los trabajadores, y hasta los hijos delatando a sus padres como pasó recientemente a los EEUU donde una niña demócrata ha denunciado a sus padres seguidores de Trump a la policía* después de enterarse de que ellos participaron en el asalto al Capitolio. Hemos vivido todo eso. Y es tan asombroso ver al mundo occidental como si estuviera soñando por primera vez con los dulces sueños de Vera Pávlovna (personaje de la novela de Chernyshevsky “¿Qué hacer?” Nota del traductor) y tan extraño ver las miradas encendidas y oír los discursos ingenuos de los nuevos raznochintsy rusos (una categoría de la población de la Rusia del siglo XVIII- XIX que no pertenecía a ninguna clase establecida. Nota del traductor) que ejercen terror moral contra los que están en desacuerdo, haciéndolo tan bien que casi en nada se diferencian del mismísimo OMON (Escuadrón móvil para Propósitos Especiales. Nota del traductor).

 

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¿Quién es Konstantin Yuryevich Bogomolov?

Konstantin Yuryevich Bogomolov es un director de teatro, poeta y actor ruso. Laureado del Premio de Moscú por la interpretación de “Novela Teatral” en el Teatro de Nikolay Gogol. Fue nominado repetidamente para el Premio Máscara Dorada por actuaciones en el Teatro Dramático de Moscú en Malaya Bronnaya, el Teatro Estatal de las Naciones, el Teatro Oleg Tabakov, el Teatro de Arte de Moscú.

Nacido el 23 de julio de 1975. En 1997 se graduó en el Departamento de Filología de la Universidad Estatal Lomonosov de Moscú; en 2003, del Instituto Ruso de Artes Teatrales (GITIS) que lleva el nombre de A. V. Lunacharsky (curso de A. Goncharov). Entre 2009 y 2012, ocupó el cargo de director de escena interno en el Teatro Oleg Tabakov. En 2013-2018, asistente de dirección de arte en el Teatro de Arte de Moscú Chekhov. 2014–2016, director de escena interno en el Teatro Lenkom de Moscú. Desde 2019, directora de arte de Theatre on Malaya Bronnaya. Ha realizado más de cincuenta producciones teatrales en varios teatros tanto en Rusia como en el extranjero.

En 1990, los poemas de Bogomolov se publicaron en la revista literaria We y la colección de poesía Seventeenth Echo, en 1995 en el almanaque Babylon. En 2019, con el libro Así habló Bogomolov (AST), el autor fue incluido en la lista corta del Premio Andrey Bely en la categoría poesía.

Bogomolov fue alumno de Andrey Goncharov en el Instituto Ruso de Artes Teatrales. Hasta noviembre de 2013, se desempeñó como director artístico asistente del Teatro de Arte de Moscú Chekhov. En 2014 se convirtió en director de personal de Lenkom. Desde 2012 es profesor en la Escuela de Nuevo Cine de Moscú.

A fines de mayo de 2019, se anunció que Konstantin Bogomolov sería nombrado director artístico del Teatro Dramático de Moscú en Malaya Bronnaya. El 25 de junio de 2019 asumió este cargo.

En 2018, fue el confidente del candidato a alcalde de Moscú Sergey Sobyanin.

En febrero de 2021, publicó el manifiesto Rape of Europe 2.0 en Novaya Gazeta, en el que criticaba la Nueva Ética y afirmaba que Europa estaba en una profunda crisis ética, instando a Rusia a dejar de centrarse en los valores europeos. El texto del autor dice que Europa se está convirtiendo en un nuevo Reich ético, cuyos estándares se desarrollan bajo la influencia de activistas queer, fem-fanatics y ecopsicópatas. Bogomolov instó a construir una nueva ideología de derecha fuera de la ortodoxia radical, pero defendiendo estricta e irreconciliablemente los valores de un mundo complejo basado en una persona compleja. El manifiesto provocó reacciones polares entre el público ruso.

 

 

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