* Del cicle : CONSTRUCCIÓ i CANSAMENT A LA BARCELONA CULTURAL
Uno puede saber perfectamente porque está aquí (lo del cigoto, la abejita, el desoxirribonucleico y nuestros papás que se aman) pero no el porqué está aquí (qué motivo tiene habitar la existencia como humano o, dicho en melódico, lo de “¿qué hace una chica como tú en un sitio como éste?”) Del mismo modo, una cosa es la necesidad de saber qué hora es y otra la necesidad de saber qué es el tiempo. Lo primero hace referencia a las utilidades (que provoca respuestas de cierre), lo segundo al sentido (que da continuidad a la pregunta). Lo primero es necesario, lo segundo sustancial.
Resulta una verdadera vocación de la ideología actual en su incansable proceso de estupidización de los individuos, de la que no se abstrae tampoco ningún estamento político, el confundir la utilidad con el sentido, pues eso posibilita el que un humano, tecnificado, devenga un “dispositivo” (útil). Manifestación de su éxito es el sujeto siempre dispuesto a darle utilidad a todo y sentido a nada (y que intenta rellenar el vacío de su “sinsentido”, por ejemplo, comprando útiles que equipara, solo porque los puede comprar, a bloques de sentido… algo enormemente útil eso de incrementar el consumo) o el querer hacer productivamente útil lo que de por sí es una producción de sentido (como querer hacer de La Fenomenología del espíritu de Hegel un apartado en el siempre nutrido recetario de la útil autoayuda) o el dar capacitación de conformación de lo artístico a aquellos que por comprar hasta pueden comprar el valor artístico…para dárselo.
Hay cuestiones ontológicas que permiten el despliegue de la necesidad de dotación de sentido en el ser humano; por ejemplo, la condición de asombrado que posibilita la emergencia de los acontecimientos, que como tal son significantes (provocan sentido). Un despliegue, el de la dotación de sentido, que es lo único que permite la irrupción del pensamiento crítico, porque sin búsqueda de sentido el sujeto deviene acrítico, incapaz de lo erótico (solo establece con el otro relaciones comerciales) y del diálogo (lo dialógico se transforma en una lucha de poder)… alguien a quien la democracia, como política y tarea de construcción de lo público, le será siempre ajena, pues solo sabe obedecer (se).
A los gestores responsables de cultura de un colectivo (la cultura puede producir utilidades, pero sí de algún lugar emana la pasión por el sentido es, indefectiblemente, de ella) habría que exigirles, al menos, que no inhiban o parcelen los flujos consustanciales de generación de cultura, que no los socaven con imposiciones ideológicas, que posibiliten caminos y no levanten tabiques, que no confundan los índices de audiencias con los de valoración, que nos asombren y no nos duerman, que la actualidad no les inhiba del presente ni la novedad de lo importante, que no den respuestas y preserven la pregunta (pues mientras las respuestas esclavizan las preguntas liberan)… y si bien sería duro el recomendarles lo mismo que al rey Midas; “[…] no haber nacido, no ser, ser nada…”, sí les valdría esta plegaria: “Consigue, Señor, que no sean útiles, pero que estén llenos de sentido”.
Que padezcan con inquietud, aquello que bien dijera el humorista: “Soy un bestia; un amanecer tan sublime y yo con hambre” (…y que después, sigan mirando el paisaje)
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Jorge de los Santos es escultor y analista de la cultura en los medios de comunicación.