En este relato se discute un tema que empezó a gestarse a mediados del siglo xx y cuyo enunciado bien podría ser refrigerar la Tierra.
Desde el principio de la tertulia tuve la impresión de que Hänsel y Gretel tenían bien estudiados los enormes esfuerzos que los humanos hicieron durante los dos últimos siglos con tal de revertir el calentamiento global de su planeta. Hänsel lo confirma nada más comenzar. Resulta que ha investigado a fondo el tema. Además, hasta hace bien poco, estuvo trabajando en laboratorios de alto nivel. He aquí lo que nos comenta: «Cuando apareció la idea de refrigerar la Tierra, apenas despertó el interés de la comunidad científica. Los humanos vivíais por aquel entonces felices con el auge de los combustibles fósiles. Para vosotros, la energía no era un problema y el calentamiento del planeta “no existía”. Todos vosotros mirabais hacia otra parte. En la década de 2020, la situación dio un giro. Los efectos del calentamiento global se hicieron notorios y muchos humanos empezasteis a buscar soluciones para tratar de frenarlo. Creo que se puede decir que durante los siguientes cuarenta años, fueron aparecieron ideas muy imaginativas y llenas de gran sentido teórico y práctico, y gracias a las cuales la Tierra está, a día de hoy, suficientemente refrigerada».
Hänsel le cedió la palabra a Gretel. Todos sabemos el rigor histórico con el que siempre habla, así que no nos inmutamos cuando empezó un discurso plagado de referencias : «La Tierra siempre ha estado o bien muy caliente o bien muy fría. Por ejemplo, hace unos dos mil millones de años hubo una tremenda glaciación como consecuencia de la enorme concentración de oxígeno en la atmósfera, causada por la fotosíntesis de las bacterias marinas. La intervención humana en el cambio de los ciclos de frío y calor extremos tiene fecha de inicio: el enorme consumo de carbón ─y su consecuente liberación de gases contaminantes─ que trajo consigo la primera Revolución Industrial. Después vinieron el petróleo y el gas natural, y la situación se fue descontrolando poco a poco. Pero también hay que decir que de los avances tecnológicos de las primeras épocas nació la idea de la refrigeración y la del aire acondicionado. Por primera vez, el hombre podía mantener fría o caliente su casa. Lo que entonces no pensó fue en el precio que debería pagar al cabo de doscientos años. En las primeras décadas del siglo xxi, la Tierra se iba calentando sin disimularlo y la humanidad parecía no saber cómo actuar. Unos hablaban de frenar el consumo energético para así ralentizar el calentamiento y frenar la contaminación ambiental. Otros se inclinaban por tratar de usar solo combustibles limpios como el Sol o el viento ─que es en realidad un subproducto del astro rey, ya que se genera por el calentamiento desigual de diferentes lugares del planeta─. También había un tercer grupo de personas, más minoritario, que defendía no reducir el consumo de energía, sino poner el máximo esfuerzo posible en refrigerar la Tierra. Así nació la geoingeniería, también conocida como ingeniería climática».
Hänsel pidió de nuevo la palabra para pasar al terreno de la tecnología. Esto fue lo que nos comentó: «Desde el comienzo disteis en la diana, había dos opciones muy claras. Una, intentar eliminar el dióxido de carbono que se acumula en la atmósfera y que impide que la Tierra se enfríe. La otra, dispersar en la atmósfera trillones de partículas de materiales que reflejen los rayos del Sol para evitar así su progresivo calentamiento. Con la primera opción tuvisteis unas dificultades tremendas, no lograbais capturar el dióxido de carbono de una forma que no costara una fortuna. La segunda requería una cooperación a escala mundial, pues estaba en juego el cambio climático en todo el planeta. Lo curioso del caso, por aquellos años ocurría en todos los grandes proyectos, es que toda la iniciativa la llevaban grandes empresas privadas. Se daba, pues, la circunstancia, por primera vez en la historia de la humanidad, de que el futuro de la Tierra quedaba en manos de un puñado de humanos que no eran miembros de ningún gobierno. Curioso que la causa del hombre y de la naturaleza dependiera de las inversiones económicas de unos poquísimos humanos».
Todos nos miramos perplejos por la claridad de la explicación, nosotros habíamos vivido aquellos años, pero no recuerdo que hubiéramos tenido debates tan sosegados y tan bien elaborados. Por aquellos años, siempre estaban presentes los buenos y los malos que impregnaban todos los debates. Lo que ahora podemos decir es que aquellos que discutían públicamente eran buenos y malos a la vez. Sus propuestas, al no contener toda la verdad, poseían tanto aromas de futuro como de pasado, a la vez que mezclaban intereses privados y públicos. Las lecciones que aprendimos sobre cómo vencer al cáncer, sobre cómo compartir ideas frente a intereses nacionalistas o sobre el tratamiento de las epidemias víricas que nos habían maltratado durante años, indujeron al cambio, sin posible vuelta atrás, de las mentes de la mayoría de los humanos. Si ahora miramos hacia atrás en el tiempo, no nos reconocemos en quienes fuimos y, lo que es más impresionante, no nos entendemos. Creo firmemente que nos hemos reinventado y a ello han colaborado mucho nuestros amigos Hänsel y Gretel.
Ahora fue Gretel quien intervino nuevamente. Todos queríamos llegar hasta el final y saber cómo podríamos calentar y enfriar la Tierra en función de nuestras necesidades. Nadie debía quedarse atrás. Esto es lo que nos dijo Gretel: «Los avances en la captura del dióxido de carbono requirieron un tremendo consumo energético, hecho que encendió todavía más el debate entre vosotros. Todo ese hervidero de ideas ayudó muchísimo en el avance de los trabajos sobre la fusión nuclear. Un gran acontecimiento digno de ser considerado como otro momento estelar de la humanidad: en el año 2057 empezaron a funcionar doscientos reactores de fusión nuclear. Se puso así fin al problema energético. Por primera vez, la humanidad copiaba, literalmente, al universo: fusión nuclear e hidrógeno. Y fue gracias a nuestra colaboración que se pudo hacer todo tan rápido y tan bien. Respecto al control del clima mediante la dispersión de partículas reflectoras de los rayos solares en la alta atmósfera, se consiguió tras treinta años de intensa actividad científica gracias a los nuevos aerosoles».
«Pero claro —continuó Gretel—, todo estaba en manos privadas. Los gobiernos debían ahora ponerse de acuerdo para encontrar una solución que satisficiera a todos sin que nadie se viera perjudicado por el cambio climático controlado. Por aquellos años, se había conseguido predecir el clima con un mes de antelación, pero ahora se trataba de hacer previsiones durante años. Para que fuera posible, intervinieron los computadores cuánticos de nuestros cerebros, que elaboraron miles de modelos diferentes hasta dar con el que pareció que predecía correctamente el futuro. Después vinieron las interminables cumbres de líderes mundiales que buscaban el acuerdo. En este punto, nuestra intervención también fue muy importante, pues nosotros queríamos el bien de todos vosotros, nos lo habíais inculcado desde los inicios de nuestra andadura como seres pensantes e independientes.»
Ahora, justo cuando parecía que Hänsel y Gretel habían acabado sus disertaciones, me dejé llevar por recuerdos que me transportaron a mediados del siglo xxi. Fue entonces cuando sucedió un hecho insólito del que ya nos habían alertado unos pocos científicos. En su momento, nadie les hizo caso. Al contrario, hasta los persiguieron y humillaron públicamente. El caso es que, como habían predicho esos locos científicos, sufrimos una glaciación de la que salimos vivos ─y calentitos─ gracias a la energía de la fusión nuclear. Resultó que eran ciertas sus teorías sobre cómo la concentración de CO2 en la atmósfera también está correlacionada con la cantidad y energía de los rayos cósmicos que llegan a la Tierra provenientes del Sol y de toda la galaxia. A mayor potencia de estos rayos, menos calentamiento gracias a la desaparición de las nubes y al aumento de la posibilidad de que el calor que emite la Tierra se escape. Todos tuvieron que aceptar los hechos que nos estaban ocurriendo y dejaron de pensar que todos los desastres del pasado vinieron de la mano del hombre. Por fin se aceptó la idea de que la verdad científica no proviene de la democracia, las minorías pueden tener razón si son portadoras de dicha verdad. Pensemos en el gran Galileo y en su enfrentamiento con la Iglesia, o en sus maravillosas discusiones con el gran Hobbes sobre ciencia y legislación. Una vez más se puso de manifiesto que el pasado tenía su continuidad en el futuro. ¿Sería siempre así o la humanidad se saldría definitivamente del bucle que surge de ese misterioso entrelazado del pasado con el futuro?
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