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Gisela Chillida – Ser mujer en el tiempo de Despentes*

6 obras, 6 lecturas

En este marzo de 2021, ¿dónde debemos y podemos situar las teorías y prácticas feministas que tienen lugar dentro del campo cultural? A día de hoy, el feminismo avanza con un espíritu tan agonal como conciliador que opera aunando la táctica guerrillera con la estrategia largoplacista. Anotadas en la agenda común tenemos cuestiones como la escasez de mujeres en los espacios de dirección, el abolicionismo del trabajo sexual y la (auto)sexualización en redes y plataformas digitales, el acoso y el maltrato, la agudización de la precariedad laboral y las consecuencias de un (tele)trabajo que se suma al peso de la crianza y cuidados recaídos mayoritariamente sobre las mujeres o los desencuentros que ha abierto la llamada Ley trans.

Esta búsqueda de una construcción en común que quiere trazar alianzas es inevitablemente fuente de conflictos. Hay mucho por pensar. Hay mucho por hacer. Parafraseando a Virgina Woolf, feminista no se nace, feminista se hace. La sororidad no es algo que nos venga dado por el mero hecho de compartir el ser y performar como mujer. El feminismo se escribe siempre en plural, desde lo común y hacia lo colectivo. El feminismo es siempre híbrido, fluido. El feminismo debe ser transversal e interseccional, inclusivo e incluyente, debe buscar complicidades y establecer parentescos. Solo si nos cruzamos unas con otras, solo si nos encontramos y desencontramos lograremos cambiar el rumbo.

Por eso, invitamos a visitar las obras de Louise Élisabeth Vigée Le Brun, Guerrilla Girls, Paula Bruna, Lucia C.Pino y María Alcaide a través de seis lecturas: ¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas? (1971) de Linda Nochlin, Placer visual y cine narrativo (1973) de Laura Mulvey, La condición humana (1958) de Hannah Arendt, Un cuarto propio conectado. (Ciber)espacio y (auto)gestión del yo (2010) de Remedios Zafra, Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno de Donna Haraway (2017) y Después de lo trans. Sexo y género entre la izquierda y lo identitario de Elizabeth Duval (2021)-. O, dicho de otro modo, proponemos leer estos seis textos que creemos imprescindibles mientras observamos pinturas, esculturas e instalaciones expuestas en distintos espacios de Barcelona y L’Hospitalet de Llobregat -Museu Nacional d’Art de Catalunya, MACBA, Arts Santa Mònica, Centre d’Art Tecla Sala, La Capella y Dilalica- para buscar relaciones lúdicas e imprecisas entre las palabras y las cosas, entre los textos y las obras, entre la teoría feminista y la práctica artística…

 

  1. Musas y artistas_

Retrato de niña de Louise Élisabeth Vigée Le Brun en Museu Nacional d’Art de Catalunya + ¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas? de Linda Nochlin (1971)

En 1971, Linda Nochlin, historiadora del arte, profesora de universidad y escritora líder en los estudios de historia del arte feminista planteó en un artículo publicado en la revista ArtNew la siguiente pregunta: ¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas? Si Miguel Ángel hubiera nacido Ángela no hubiera sido el “genio” que fue. Ni Caravaggio, ni Bernini, ni Velázquez, ni Goya, ni Picasso, ni… No existen los equivalentes femeninos de Miguel Ángel o Rembrandt, de Delacroix o Cézanne, de Picasso o Matisse o, aun, en tiempos muy recientes, equivalentes de De Kooning o Warhol, como tampoco hay equivalentes afroamericanos. “La falta no está en nuestros astros, en nuestras hormonas, en nuestros ciclos menstruales y tampoco en nuestros vacuos espacios internos, sino en nuestras instituciones y en nuestra educación”.

 Con su cuestión, Nochlin nos obligó a entender la historia del arte como un relato de poder -occidental, patriarcal, clasista, colonial, racista, sexista, lgtbfóbico… La pregunta “¿por qué no han existido grandes artistas mujeres?” -planteaba- “es simplemente la punta del iceberg”, pues esta  “nos lleva a entender que la situación total de la creación artística, tanto en términos de desarrollo del creador artístico como en la naturaleza y calidad de la obra de arte en sí son elementos integrantes de una estructura social mediada por instituciones bien definidas, sean éstas academias de arte, sistemas de patrocinio, mitología de un creador divino, el artista como el hombre o proscrito social.

“¿Por qué no han existido grandes artistas mujeres?” Porque el sistema-arte ha excluido a la mujer del privilegio creador. Pese a todo, encontramos algunas excepciones a la regla. Es el caso de Louise Élisabeth Vigée Le Brun (1755–1842), pintora oficial de la reina María Antonieta, considerada una de las mejores retratistas del siglo XVIII. En el Museu Nacional d’Art de Catalunya encontramos expuesta en la sala 35 del Legado Cambó su pintura Retrato de niño. Como el lector puede imaginar, la pintora no lo tuvo fácil. Su éxito en una profesión dominada por hombres la convirtió en objeto de envidia y en blanco de calumnias misóginas en los años aledaños a la Revolución Francesa. Fue la posición privilegiada como artista de la corte lo que la expuso a acusaciones cada vez más difamatorias que ponían en entredicho la autoría de los cuadros o afirmaban que su ascenso era debido enteramente a sus encantos sexuales. Con el estallido de la Revolución Francesa, y un indiscutiblemente peligro de arresto y posterior ejecución, se vio obligada a huir con su hija de 9 años, lo cual marcó el comienzo de más de una década de exilio por Italia, el Imperio Habsburgo, Alemania y Rusia, donde pese a las circunstancias totalmente adversas, logró mantenerse a sí misma y a su hija gracias a sus retratos. En sus memorias escritas sentenció: “Esta pasión por pintar es innata en mí. Nunca ha disminuido; de hecho, creo que solamente ha crecido con el tiempo. Además, es a esta divina pasión a quien le debo no solamente mi fortuna, también mi felicidad”.

 

2. La mirada masculina_

Guerrilla Girls en MACBA (colección permanente) + Placer visual y cine narrativo de Laura Mulvey (1973)

Acabamos de ver que la institución artística no nos quiere como artistas ¿Qué debe hacer entonces una mujer para poder entrar en el museo? Eso mismo fue lo que se preguntaron las Guerrilla Girls cuando el año 1989 irrumpieron en el Metropolitan Museum de Nueva York para colocar una gran pancarta en la que aparecía la icónica Gran Odalisca de Dominique Ingres con una máscara de gorila junto a un texto en negrita que cuestionaba mordazmente “¿Tienen que estar desnudas las mujeres para entrar en el MET?”. A lo que añadían, “solamente en el 5% de las colecciones de arte contemporáneo hay mujeres artistas que exponen. Eso sí, un 85% de los cuerpos desnudos que se muestran son de mujeres”.

Quince años antes, Laura Mulvey planteó en su ensayo -en la intersección de la teoría del cine, el psicoanálisis y el feminismo- Visual Pleasure and Narrative Cinema como  los binomios objeto pasivo-mujer y  espectador activo-hombre están en la base fundacional del patriarcado, esto es, “mirar” es un rol masculino activo mientras que el rol pasivo de “ser mirada” se relaciona inmediatamente con la figura femenina. En otras palabras, la mujer en la pantalla o en el cuadro son el objeto de deseo de una mirada siempre masculina. Es bajo esta construcción del patriarcado que Mulvey argumenta que la representación de las mujeres en el cine, como también en pintura o en literatura, está supeditada al deseo masculino heterosexual, por lo que los personajes femeninos adquieren siempre una “apariencia codificada para un fuerte impacto visual y erótico”. Por eso, para entrar en el museo, las mujeres parece que debemos ir desnudas, pues nuestra función no es otra que satisfacer el deseo masculino.

 

3. Nuestras labores, sus trabajos_

Bureau désespoir de María Alcaide en Dilalica + La condición humana de Hannah Arendt (1958)

“Nos enfrentamos con la perspectiva de una sociedad de trabajadores sin trabajo, es decir, sin la única actividad que les queda. Está claro que nada podría ser peor” profetizó Hannah Arendt en La condición humana. Para la filósofa alemana, las tres actividades fundamentales de la vita activa son labor (todas aquellas actividades humanas que dan respuesta a necesidades vitales como el comer, el beber, el vestirse, el dormir), trabajo (actividades en las que utilizamos materiales naturales para producir objetos duraderos) y acción. Y es en esta tercera donde se percibe la diferencia que separa el ser humano del resto de seres vivos, allí donde desarrolla la capacidad que le es más propia: la capacidad de ser libre, la capacidad de añadir algo propio al mundo… En este sentido, María Alcaide, explora las tensiones entre trabajo y acción, se cuela en sus intersticios para proponer la acción (y la no acción) allí donde la sociedad nos exige trabajo. En el marco de la exposición colectiva Oficina -que reúne obras que reflexionan sobre la complejidad de significados que hoy en día supone el concepto de trabajo- María Alcaide presenta bureau désespoir, donde reflexiona acerca del trabajo a partir de su espacialización. En esta instalación, la artista reproduce una suerte de escenografía —una cortina, una alfombra, un maletín, un ambientador, el libro La aldea global de Marshall McLuhan, así como una publicación en formato periódico creada para la ocasión— que remite irónicamente al imaginario de una oficina con el objetivo de señalar el capital simbólico e ideológico que acumulan. Así mismo, en My job is about seduction, una serie de cinco copias intervenidas de un test incluido en el libro Cómo ser elegido en una selección de personal de Cecilio Benito Alas, Alcaide responde a las preguntas del mismo simulando ser cada uno de los cinco jefes que tuvo en los últimos años.

 

4. Habitaciones propias_

My Hood is a Changing Mood de Marria Pratts en Our Garden Needs its Flowers en Centre d’Art Tecla Sala (L’Hospitalet de Llobregat) + Un cuarto propio conectado de Remedios Zafra (2010)

Marria Pratts y Remedios Zafra proponen en sus respectivas obras reconfiguraciones de lo privado y lo íntimo a través nuevos vínculos afectivos, lúdicos, intelectuales, sexuales… En su habitación My Hood is a Changing Mood Pratts establece conexiones cortocircuitadas entre la pintura, la pantalla y la ventana. “Las habitaciones propias funcionan como recinto de nuestros secretos, el lugar donde nadie nos ve, donde poder sucumbir a todas aquellas actividades presupuestas por ser potenciales e invisibles públicamente, es decir, moralmente esquivadas” escribe Remedios Zafra en Un cuarto propio conectado.

Conectadas a través de la red, nuestros cuartos se han convertido tanto en celdas donde encerrarnos como en ventanas con las que ver el mundo. El cuarto propio conectado permite la participación pública desde un ámbito doméstico. La habitación es, podríamos decir, una isla, una mónada con pantallas y ventanas que opera como un espacio autónomo donde todo puede ser gracias a la lectura, al juego, al sueño, a la conexión (a internet)… La habitación es el lugar para un tiempo propio, para una misma: cuartos donde trabajar, para pensar quienes somos, para buscar y fantasear… “Una habitación propia y una cantidad económica suficiente anual eran, decía Virginia Woolf, condiciones necesarias para que las mujeres pudieran dedicarse de manera autónoma a la creación. Difícil pensar en un cuarto propio conectado sin rememorar la imagen -aún vigente- sugerida en su obra A Room of One’s Own. Imposible no pensar en aquella habitación propia, que la autora demandaba como requisito necesario para la práctica intelectual y creativa de las mujeres, en un espacio paradójicamente feminizado como el hogar. Y digo paradójicamente porque allí donde las mujeres han habitado y construido sus vidas durante tanto tiempo, sus tiempos han estado tradicionalmente arbitrados en función de las necesidades del resto de habitantes del hogar. […] La inspiradora propuesta de esta emblemática obra de Woolf hizo que el cuarto propio no tardara en convertirse en objeto de especulación, reivindicación feminista y símbolo de emancipación”.

 

5. Parentescos híbridos_

Ofrenda de Paula Bruna en Arts Santa Mónica + Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno de Donna Haraway (2017)

“Donna Haraway es el Tomás Moro del presente, y su Chthuluceno, la utopía de una nueva alianza entre especies que se organiza para revitalizar un planeta devastado por el capitalismo patriarcal” dice Paul B. Preciado. La autora de «Cyborg Manifesto» (1985) entrecruza en su último libro biología, economía, cultura, feminismo y ciencia ficción. Sabemos que durante los últimos doscientos años el impacto de la humanidad sobre la Tierra ha sido tan catastrófico que podemos hablar de una nueva era geológica: el Antropoceno. En oposición, Donna Haraway defiende la idea de Chthuluceno, entendida como época en la que humanos y no humanos se encuentran inextricablemente ligados en prácticas tentaculares que requieren un hacer-con. Haraway defiende la interdependencia, “nos necesitamos recíprocamente en colaboraciones y combinaciones inesperadas, en pilas de compost caliente. Devenimos-con de manera recíproca o no devenimos en absoluto”. Los humanos debemos establecer sinergias y complicidades con el resto de habitantes con los que compartimos la Tierra, “es esencial aprender a seguir con el problema de vivir y morir juntos en una tierra herida”.

En sintonía con el feminismo transespecie de Haraway, Paula Bruna, formada en las ciencias ambientales y la ecología, presenta en Arts Santa Mònica una instalación exterior a partir de material comestible para aves para proponer un diálogo inter-especie (humanos-aves) e inter-espacio (espacio arquitectónico museístico-calle). Las semillas forman un patrón que se va desvaneciendo y desordenando a medida que las aves se las van comiendo. Esta es una ofrenda para las palomas en compensación por esta usurpación de su espacio, pues poco nos gusta cuando ellas usurpan el nuestro. Un gesto que contiene la mezcla de ostentosidad y miedo implícita en las ofrendas, que aspira a la convivencia entre dos especies que no siempre se gustan mutuamente pero que comparten el mismo hábitat.

 

6) Feminismos trans_

Makebelieve Neuromancer de Lucía C. Pino en La Capella + Después de lo trans. Sexo y género entre la izquierda y lo identitario de Elizabeth Duval (2021).

Ya no hay nada claro en el feminismo.  La Ley trans ha abierto un debate que parece irreconciliable entre las posturas del feminismo transexcluyente de Radfem, que la acusan de “borrar a las mujeres”, y un feminismo transinclusivo que entiende los derechos del colectivo. Parece que nos encontramos en una encrucijada irresoluble entre sexo y genero, biología y autoidentificación. Después de lo trans

está escrito desde un hartazgo sin cabreo, un enfado afable que revisa la cuestión trans con el objetivo de proponer una teoría coherente postrans.

C.Pino y Duval nos invitan a reflexionar sin miedo y sin pausa sobre lo que viene a partir de un presente en frágil equilibrio, construido a base ensamblar materiales -algunos duros, otros maleables, a veces con luces y transparencias que generan inevitablemente sombras y puntos muertos-. Para ambas todo está en transformación. En la instalación escultórica inmersiva Makebelieve Neuromancer, Lucia C.Pino explora la idea de la transitoriedad como fagocitadora de otros tipos de existencia y subjetividad, un estar entre que celebra la condición de cambio constante, las identidades no normativas y la idea misma de la transformación como lugar habitable y no como lugar de paso. A través del concepto de armadura, de profilaxis, y mediante las líneas de investigación escultórica que el artista ha estado desarrollando en su obra sobre el comportamiento y el acoplamiento de los materiales, se reflexiona sobre su capacidad de mutación.  “Es el otro -escribe Duval- quien nos salva, es el amor lo que nos mueve. Impidamos, en definitiva, que lo que nos queda de mundo se deshaga. Amén”.


* El título está tomado prestado de la canción Perra (2021) de Rigoberta Bandini: “esto de nacer mujeres, en el tiempo de Despentes, no sé ni por dónde empezar”. Virginie Despentes es una escritora, realizadora y directora de cine francesa, autora, entre otras, de Teoría King Kong (2006) o la trilogía Vernon Subutex Vol. I (2016-2018).

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Gisela Chillida és historiadora de l’art i comissària independent.

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