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Día Mundial del Mediombiente — Cinco obras para reimaginar, recrear y restaurar el mundo

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Durante demasiado tiempo, hemos estado explotando y destruyendo los ecosistemas de nuestro planeta. Cada tres segundos, el mundo pierde suficiente superficie de bosque como para cubrir un campo de fútbol y, tan solo en el último siglo, hemos destruido la mitad de nuestros humedales. Hasta 50% de nuestros arrecifes de coral ya se han perdido y para 2050, hasta 90% de ellos podrían perderse también, incluso si el calentamiento global se limita a un aumento de 1,5°C.

Por eso cada 5 de junio, desde 1974, se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente con la participación de gobiernos, empresas y ciudadanos en un esfuerzo por abordar los más apremiantes problemas ambientales.

Restaurar los ecosistemas significa prevenir, detener y revertir este daño, pasar de explotar la naturaleza a curarla. Este Día Mundial del Medio Ambiente marcará el inicio del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas, una misión global para revivir miles de millones de hectáreas, desde bosques hasta tierras de cultivo, desde la cima de las montañas hasta las profundidades del mar.

Solo con ecosistemas saludables podemos mejorar los medios de vida de las personas, contrarrestar el cambio climático y detener el colapso de la biodiversidad.

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Para celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente, hemos invitado a la escritora de arte y comisaria independiente Gisela Chillida a seleccionar cinco obras de jóvenes artistas que inspiran, denuncian, proponen, se comprometen, señalan, confrontan… En definitiva, obras que nos recuerdan que está en nuestras manos.

 

Detalle de la instalación. Seismes 2018. Fabra i Coats, Barcelona.

1) NATALIA CARMINATI, Just for 4.25€, Instalación, Hamburguesa de McDonald’s, ticket de compra, base dorada, 2500 litros de botellas de agua vacías, estructura de hierro, pvc flexible, dimensiones variables, 2018.

Just for 4.25€ (Solo por 4,25 €) es un proyecto que medita sobre la sostenibilidad de los procesos de industrialización de todas las producciones contemporáneas. El proyecto nace de una acción colectiva propuesta a la comunidad de Fabra i Coats y diferentes entidades vecinales de Sant Andreu con el fin de recoger todas las botellas de agua vacías que se consumieron diariamente durante un mes. A lo largo de septiembre de 2018, se recolectaron cientos de botellas de todos los tamaños. El volumen total de agua embotellada consumida ascendió a 1500 litros de agua, mil litros menos que los que son necesarios para  producir una hamburguesa de 250gr de carne. De esta manera, la acción colectiva nos permite dimensionar la explotación masiva y constante del agua que nunca volverá a su territorio ni será compensada económicamente.

Esta acción se materializa en una instalación final que cuestiona el alarmante vacío de las políticas de sostenibilidad y la necesidad de meditar sobre cómo entendemos los recursos naturales, así como identificar cómo nos relacionamos y convivimos con la naturaleza a través de nuestras decisiones de la vida cotidiana.

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31 ramas, tinta sobre papel, 46x33cm.

2) MARC HERRERO, Sapotrofia: Una turista coge un cisne en el lago de Ocrida, serie de dibujos, 33x40cm, 2018.

La serie de dibujos Saprotrofia: una turista coge un cisne en el lago de Ocrida trata de reflejar como el reino animal, vegetal y mineral se han convertido en nuevos lugares de perversión neurótica.

El título alude, por un lado, a la Saprotrofia que en ecología se utiliza para describir a los organismos que se nutren de los residuos procedentes de otros organismos. Por otro lado, toma el titular de una noticia publicada en un periódico “una turista coge un cisne en el lago Ocrida” en la que se explica cómo un cisne murió al estar expuesto durante horas a un público que intentaba hacerse un selfie con él. Los dos enunciados nos sitúan en un lugar absurdo que sirve como metáfora del sinsentido del comportamiento que el ser humano efectúa en relación a su hábitat pervirtiéndolo hasta generar una pulsión de muerte que se manifiesta como una pulsión destructiva, de dominio y de voluntad de poder.

En estos emplazamientos donde antes el ser humano convivía con cierto sentido identitario, ahora los aborda como contexto donde llevar a cabo cierta pulsión de muerte. Esta pulsión es alimentada por un predominante goce desde el cual se erige un ensimismamiento hacia la Nada.

Este proyecto pretende plantear la posibilidad de decidir si lo perteneciente al mundo animal, vegetal o mineral es un lugar de encuentro o de desvinculación respecto al otro.

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Espai 13, Fundació Joan Miró, Barcelona © Pere Pratdesaba

 

3) GERARD ORTÍN, Regulated Wild (Reserva), instalación, dimensiones variables, 2017-2020.

Diferentes casos de estudio relacionados con el descenso de la población de lobos en los bosques de Álava (País Vasco) forman la base de esta propuesta, una instalación construida a partir de elementos arquitectónicos, escultóricos, sonoros, olfativos y visuales en diálogo entre sí.

En el espacio expositivo, Reserve se presenta como una serie de piezas basadas en diferentes temporalidades que atrapan sensorialmente al visitante. Las imágenes filmadas en las comarcas de Añana y Zuia, junto con otros materiales relacionados con las observaciones de Ortín durante su investigación en estos enclaves, están directa o indirectamente vinculados a un fenómeno concreto: la drástica reducción de la población de lobos en estas zonas de Álava en las últimas décadas.  A través de cuatro casos de estudio que giran en torno a esta idea central, Gerard Ortín muestra algunos de los efectos derivados de la ausencia del depredador, así como diversas intervenciones humanas que se han implementado en un intento por neutralizarlo.

Trampa para lobos de paredes convergentes, el primer caso de estudio, se centra en las trampas para lobos que alguna vez se construyeron en el norte de España. Las trampas para lobos de paredes convergentes son una especie de “trampa activa” que, a diferencia de las trampas pasivas, requieren que la presa sea conducida a lo largo de una de las dos paredes en forma de embudo que conducen a un pozo profundo. El sonido que hacían los cazadores durante estos recorridos, que fue clave para activar las trampas para que los lobos quedaran atrapados en ellas, se utiliza de manera similar en la exposición, para delimitar e influir en la forma en que los visitantes se mueven por el espacio expositivo.

Arquero, otro de los elementos principales del espectáculo, es una luz LED verde activada por un sensor de movimiento. Como muchos animales no perciben fácilmente la frecuencia de color emitida por este dispositivo, se utiliza a menudo en la caza con arco. En la exposición, esta luz introduce un nuevo estímulo sensorial que hace referencia a los umbrales perceptivos de los animales.

En otro caso de estudio, Orina de lobo, Ortín considera el hecho de que el uso de orina por parte de los lobos para marcar su territorio ahora se está reproduciendo artificialmente en algunos bordes de carreteras y encrucijadas, donde se utiliza orina embotellada para disuadir a los animales de acercarse a ellos.

La reducción del número de lobos en algunas zonas también ha provocado una disminución de la presencia de cadáveres de animales muertos, de los que se alimentaban determinadas especies carroñeras. Para contrarrestar este efecto, los servicios de mantenimiento en ciertas áreas protegidas ahora procuran alimentos para estos animales. El último estudio de caso de Ortín, Buitres, examina esta dinámica a través de un registro de un área vallada en un parque natural donde se alimentan aves carroñeras, principalmente buitres.

* Texto de Alexandra Laudo

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©Eduardo Ruiz.

4) EDUARDO RUIZ*, Somorrostro, cemento y ladrillo de obra con fragmentos encontrados en la orilla del mar de Barcelona, 20x12x12cm, 2020.

Consiste en la reconstrucción de un ladrillo de obra con fragmentos encontrados en la orilla del mar de Barcelona. Estos fragmentos recuperados de la actual playa Nova Icaria, fue el emplazamiento del barrio del Somorrostro, asentamiento de chozas donde vivieron hasta hace décadas personas llegadas del sur de España, víctimas de la miseria y el hambre de la Guerra Civil Española.

Sus fragmentos erosionados por el desgaste de las olas fueron fundiéndose en el paisaje. El material estuvo en constantes transformaciones, en una primera etapa, probablemente fue parte de las estructuras de las fábricas en ruinas próximas como la Fábrica Lebrón de Gas. Recuperado para levantar las barracas en el asentamiento a orillas de la playa, sirvió en una segunda ocasión durante años cómo paredes donde habitar. Y por último, derrumbadas en su desmantelamiento y engullidas por el mar, convirtiéndose en minúsculas porciones y posteriormente en arena y piedras. 

Eduardo recupera estos fragmentos para continuar con este circuito continuo. El ladrillo como elemento artificial, creado industrialmente, se transforma de manera natural en el paisaje, al ser identificado de nuevo se convierte en un elemento artificial, planteando la pregunta de si podemos diferenciar en el territorio entre natural y artificioso.

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Kunstraum Lakeside, Lakeside Park, Ausstellung | Anmerkungen zu Landschaft, Hangar Barcelona. ©Johannes Puch.

5) PAULA BRUNA*, Plantoceno, Fotografía, dibujo, instalación, En proceso (iniciado en 2017).

El Plantoceno es una investigación artística sobre una narrativa alternativa a la del Antropoceno que procura adoptar un punto de vista no humano. Se basa en una era geológica especulada pero realista: la era de las plantas. Considerando que la composición actual de la atmósfera, que ha permitido el desarrollo de los humanos, es en buena medida producto de la fotosíntesis de las plantas, si diferenciamos un Antropoceno, ¿por qué no un Plantoceno? El Antropoceno depende absolutamente del Plantoceno, dado que las actividades del Antropoceno se basan en combustibles fósiles cuyo origen último son las plantas. Por lo tanto, el Plantoceno cuestiona la idea de que los humanos son la especie superior y dominante y ofrece una nueva lente a través de la cual todo se ve diferente.

Como el Chthuluceno de Donna Haraway, el Plantoceno revela las interconexiones entre las especies, en contraste con el ser humano autosuficiente del Antropoceno. Sin embargo, el Plantoceno arroja luz sobre la desigualdad de esas interconexiones, ya que la dependencia no siempre es recíproca, pues dependemos de las plantas para nuestra existencia pero las plantas no dependen de nosotros. En este sentido, la propuesta del Plantoceno crea un mundo de pensamiento alternativo que destaca nuestra fragilidad y confronta radicalmente nuestros delirios de superioridad.

Para acercarme al Plantoceno he utilizado una combinación de ciencia ficción, fabulación especulativa y prácticas artísticas. Mientras que las dos primeras herramientas permiten contemplar las realidades más allá de lo humano (Brassier et al., 2007), el arte permite experimentarlas como posibles, lo que le confiere un gran potencial para cambiar las subjetividades hacia perspectivas postantropocéntricas (Bruna, 2019). Así, la investigación artística de El Plantoceno no solo ofrece una perspectiva más allá de la humana, sino que también permite experimentarla, posibilitando un cambio en nuestra concepción del entorno e invitándonos a repensar la convivencia.

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