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Daniel Giralt Miracle – Barcelona, megalópolis, 1966. 3ª part

Article publicat originalment a Destino, 12 de febrer de 1966, 2ª part

CONSIDERACIONES SOBRE LOS CONCEPTOS CIUDAD Y URBANISMO

La ciudad ya no puede ser definida como un mero conjunto de calles y edificios sino que se camina hacia la noción de ciudad como expresión de un conjunto de relaciones sociales que se funden en un organismo total, facilitando, en este mundo de relaciones, la promoción individual y social de sus habitantes. En palabras de Jaime Nualart: A la idea de ciudad como punto de reunión – para trabajar, divertirse o sufrir – hemos de anteponer la ciudad como punto de unión – de solidaridad, comunidad y comprensión –, a la que atomiza al hombre hemos de oponer la que lo personaliza. En esta marcha hacia la total comprensión del término ciudad hallamos dos obras recientes que cercan el mismo fin. Obras de un terreno no precisamente arquitectónico. La primera del conocido sociólogo norteamericano Lewis Munford <<La ciudad a través de la historia>> (1), y la segunda del filósofo alemán O. F. Bollow, profesor en Tubinga, titulada <<Mench und Raum>> (2) (Hombre y espacio). En la primera, Lewis llega a la afirmación de que la ciudad es una imagen terrestre de la armonía celestial y de su forma depende su buena marcha y equilibrio. La barbarie asiria pesa sobre el romano y sobre el hombre moderno. El individuo, sin darse cuenta de ello, se pierde en la masa, el grupo lo absorbe, debilita y aísla. De esta apreciación surge el consejo del autor a los urbanistas, hoy en trance de urbanizar todo el mundo, para que sepan encontrar la solución y darse cuenta de lo que es y de lo que debe ser el hombre de hoy.

La segunda obra, plenamente filosófica, elabora sistemáticamente la primera exposición de conjunto de la problemática filosófico-existencial del espacio.

Bergson, Heidegger, Sartre y Merleau-Ponty, maestros del filosofar contemporáneo, se ocuparon únicamente del problema existencial en lo temporal. Ballow pretende estudiarlo en lo espacial. Para él, el espacio vivido no puede concebirse independientemente del hombre, como que el hombre no puede desarrollar su vida sin el espacio. La relación del hombre con el espacio pertenece a la estructura formal de la existencia humana y en consecuencia, la espacialidad es una característica esencial del hombre. Espacio no como Kant lo concebía, o sea intuición sensible, sino como estructura esencial de nuestro <<ser en el mundo>>. Más adelante afirma: <<la casa es el centro del mundo, el lugar de donde salen todos los caminos, donde se vive y arraiga, donde uno se siente cobijado, y adonde siempre se puede volver>>. Al observar estas apreciaciones vemos claramente que la ciudad no es una estructura urbana más o menos compleja sino que es el lugar de la historia humana; más que una fría <<urbs>> latina es una cálida <<polis>> griega.

La revolución industrial, con sus consecuencias desastrosas sobre el real sentido de la ciudad, ha terminado por hacernos olvidar que el fenómeno urbano es un problema de civilización, netamente sociológico. Añadamos a esto unas palabras de Sert aparecidas en el que podríamos calificar primer manifiesto público –ya que no es una revista especializada– del arte moderno con preocupación urbanística; el núcleo efímero extraordinario de Navidad de 1934 de la revista <<D’ACÍ I D’ALLÀ>> dirigida por Carlos Soldevila. Bajo el título de un artículo dedicado al urbanismo, Sert dice: <<La màquina ha d’alliberar l’home i no fer-lo esclau. Volem fer la ciutat per als homes i no deformar els homes físicament i espiritualment per adaptar-los a les ciutats. El problema de l’arquitectura d’avui no es pot deslliurar del problema urbanístic; l’urbanisme s’entén més enllà de les ciutats, més enllà de llurs zones d’influència. Els nous mitjans de transport podem dir que l’han entès més enllà de les fronteres. La nova economia imposarà un pla regional; urbanisme aplicat a regions senceres>>.

Hechas estas consideraciones sociales, filosóficas y urbanísticas de tres autoridades, abordemos el tema propiamente ciudadano.

LOS PLANES URBANÍSTICOS FUTUROS

Fue para Barcelona una desgracia que, en el mejor momento de su orientación urbanística, en nuestro país se iniciara una guerra civil y el mundo se sumiera en una segunda conflagración de GATPAC. El plan Cerdá, adulterado, adelanta a ritmo creciente mientras la urbe ve aparecer unos núcleos periféricos no integrados, anárquicos en su ubicación, estilo arquitectónico y forma social, que denominará suburbios.

Los planes anteriores han demostrado su caducidad. El problema esencial sigue en pie; no conseguida la asimilación de los suburbios y sin resolverse el futuro desarrollo de la ciudad.

La libre especulación sobre los solares ciudadanos provoca un aumento desmesurado de su precio en proporción con la proximidad al centro urbano. Como consecuencia, mientras el ensanche, por la carestía de los terrenos, se encuentra a medio terminar, las nuevas viviendas que albergan el ya regular éxodo de la inmigración, se sitúan en la periferia de la ciudad a más de 4, 5 ó 6 Km. del núcleo central.

Si, como el urbanismo moderno opina, la creación de nuevos barrios periféricos es una medida saludable para la descongestión de los centros urbanos, ya muy poblados, consideramos la medida muy lógica e inteligente. Pero si esta descongestión se consigue sencillamente apartando al ciudadano de la vida urbana, confinándolo diariamente a su alejado suburbio, empezamos a dudar de las cualidades de esta medida. El ciudadano tendrá casa donde comer, dormir y hacer los mínimos actos físicosociales, pero no tendrá VIDA social, ni familiar.

El suburbio –dice J. Nualart– nace de una falsa concepción de la ciudad que es toda la extensión habitada y no sólo el centro urbano. (Cuadernos de Arquitectura, n.º 60 – 1965.)

Como premisa fundamental nuestra ciudad necesita una cristalización del Plan Comarcal, realizado en 1953 por la Oficina de Estudios del Ayuntamiento en colaboración con la Comisión Superior de Ordenación Provincial, para conceder así la dignidad de ciudad o núcleos satélites a los actuales sub-urbios o sub-ciudades, facilitar todos los medios de acceso para no quedar aislados como <<calls>> o <<ghettos>>.

Es necesario evitar por todos los medios la proliferación de grupos de barracas, surgidos por generación espontánea, ya que éstos llegan a formar un núcleo compacto que más tarde por su fuerza propia ha de merecer el calificativo de suburbio.

Primero surgen –dice F. Candel– las viviendas; la urbanización viene después.

Los bloques de edificios crecen posteriormente y quizá ya con urbanismo dirigido, pero la anarquía previa permanece, creando una situación de hecho, difícil de remediar. El estigma no puede desaparecer, dificultando con ello las posibilidades de integración.

Barcelona ante todo debe agotar sus posibilidades propias sin extender más la ciudad de modo irracional, intentando hacer una <<obra bien hecha>> en su Plan Comarcal. Pruebas de ello serían las inteligentes proposiciones del urbanista Antonio Bonet, como el proyecto Ribera y el Montjuich.

EL ÁREA METROPOLITANA

Solucionados los problemas del Ensanche y el Plan Comarcal, debemos lanzarnos inmediatamente a lo que nos decía Sert en 1934, <<un pla regional, urbanisme aplicat a regions senceres>>.

En las recientes fechas de 9 y 10 de noviembre de 1965, el Ministerio de Obras Públicas convocó unas reuniones para estudiar una plausible ordenación de los grandes centros urbanos españoles, llegando a la conclusión de la necesaria aplicación y puesta en marcha de la llamada <<Área Metropolitana>> de Barcelona.

Con una profundidad de 30 Km. Desde la costa, el área estará formada por 170 ciudades y pueblos en una extensión de 325.000 hectáreas. En estas sesiones ya se estudiaron las medidas más perentorias, como son el segundo cinturón de ronda, la autopista de Tarragona, la ruta litoral, el Plan Ribera, el Plan de enlaces ferroviarios, el puerto, etcétera.

Precisamente en esta coyuntura surge la necesidad ineludible del estudio de un plan urbanístico cubriendo el área metropolitana. La experiencia nos demuestra que el problema urbanístico de nuestra ciudad viene de antiguo, que la no plena realización de un plan, tanto como la no revisión y modernización del mismo nos han colocado en el actual caos.

En lo artístico, abundan en demasía las mezcolanzas, la falta de sensibilidad, estética e inquietudes, intentando solucionar esta situación con fórmulas standard que han aniquilado al arte arquitectónico ciudadano.

Socialmente el problema ya ha sido estudiado. La disgregación y la falta de un espíritu orgánico y racional, se añaden a los inconvenientes.

PERSPECTIVAS

La Barcelona megalópolis debe tomar su decisión histórica, trascendental. La herencia que legue al futuro no puede de ningún modo ser un caos urbano. Se impone la realización inmediata de un plan Área Metropolitana, un equipo, recogiendo las mejores directrices socioeconómicas del urbanismo mundial desde <<La Carta de Atenas>> hasta la última realización.

Sociólogos y Arquitectos, Ingenieros y Artistas, Teólogos y Médicos, Pedagogos y Políticos, con Ministros y Alcaldes –superando la inexperiencia de trabajar en equipo y las incompatibilidades– han de conseguir el plan urbanístico que conceda, social, política y económicamente a Barcelona el honroso título que le otorgaron los griegos, el de <<Kallípolis>>, ciudad hermosa.

DANIEL GIRALT-MIRACLE


(1) Ed. en francés, por Ed. du Seuil, en 1964.

(2) Pub. por la Kohlhammer Verlag, Stuttgart, 1963.

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Daniel Giralt Miracle és crític, historiador de l’art i professor català.

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