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Víctor Pimstein – Por la Barcelona vencida: clamor por el retorno de la mosca a la sopa y una propuesta para convertir la ciudad entera en un museo viviente de la derrota

*  Del cicle : CONSTRUCCIÓ i CANSAMENT A LA BARCELONA CULTURAL

Compadezco sin tibieza a todos aquellos que piensan que la Barcelona alumbrada por los eventos de 1992 es digna de admiración.  El esfuerzo de las clases dirigentes -políticas, económicas y lingüísticas- de esta ciudad por borrar sus orígenes a través del cobarde procedimiento de la mise-en-valeur patrimonial, regalando la ciudad a sus mediocres regidores a cambio del bulo eterno para ejercer el proxenetismo inmobiliario,  jamás podrá hacerme olvidar la belleza hecha de polvo, sangre y mugre que era esta ciudad cuando aún parecía capaz de inventar algo.

Para quien puede todavía recordar esa promesa que ofrecían las calles de Barcelona cuando sus edificios estaban ennegrecidos por el dolor y la mención de Francisco Franco no era aún un mero eslogan publicitario del nacionalismo, la vida en esta maqueta pastelera que es la ciudad de hoy es un suplicio continuo.  Contemplar el espectáculo de la grandeza de su grandeza anulada, el soberbio Gaudí magnificado sólo en los aspectos más vulgares de su imaginación enferma, contemplar la proeza institucional de haber convertido todo lo que era verdadero en una pobre imitación de sí mismo, sólo puede llevar a la personalidad artística hacia la reclusión, el ensimismamiento y la sincera aspiración de existir a través de las formas más obtusas de la locura.

Claramente: el arte ya no es posible en esta ciudad, si es que alguna vez lo fue, y la obsesión de la gente sensible por concordar estrategias de auto-engaño y/o de hipnosis colectiva escondidas bajo el llamado buenista a la revitalización cultural huele demasiado al intento, del todo humano y respetable si es que hablamos de la lucha por la supervivencia, de delimitar parcelas de poder para luego ejercerlo sin miramientos.

Hace mucho tiempo que las clases adineradas de este país abdicaron de su implicación con la cultura, implicación que, cuando la hubo, fue capaz de generar el momento más expansivo de nuestro arte. A pesar de haber corregido el horroroso acento que la caracterizaba cuando hablaba en su americano sufrido, la burguesía catalana no ha aprendido la única lección válida que podía haber extraído de sus vuelos Barcelona-América: la apasionada implicación del capital con lo que sucede en su mundo, en su ciudad y su entorno, con voluntad de riesgo y verdadera lujuria por la belleza de la creación próxima.

En cambio, observo desde hace treinta años el espectáculo que los mediocres gestores y comisarias/os virtuosos en oposiciones y verdaderos dueños de las estructuras cotidianas de este país nos imponen progresivamente, magnificando los “circuitos de producción y distribución artística”, la cultura “vecinal” y mañana alguna otra parida, siempre y cuando permanezcan ellos como árbitros únicos de los procesos de decisión.  Y sé que se equivocarán siempre porqué no puede existir el arte sin el/la artista, su búsqueda de la belleza y la pasión que puede tener por ella su -necesariamente reducidísimo- público. Esa necesidad mutua y feroz es la única semilla posible para nuestro futuro.  El proceso de colectivización voluntaria y forzosa a la que el mundo nos tiene sometidos, llamándole cultura, horrible palabra, no es más que la voluntad de achatamiento de la belleza en busca de réditos electorales, cargos públicos, y las ganancias que se desprenden del engaño de que somos algo por vender sangría a los feriantes de la tecnología.  Hacer arte para un mundo que ha vendido su verdad por este pequeño triunfo (manadas de cruceristas, dos menciones en la prensa extranjera y un proyecto de país que sólo busca que un grupo de amigos que ya ostentan un poder acotado puedan repartírselo de forma definitiva sin injerencias extranjeras), digo hacer arte es pues imposible.

Por suerte a los artistas nos queda la intimidad del silencio y la constatación del más rotundo de los fracasos.

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Victor Pimstein Ratinoff (México D.F., 1962) va estudiar a les universitats de Harvard (màster en Arquitectura) i Columbia (BA en literatura comparada). Ha presentat extensament la seva obra pictòrica i fotogràfica a galeries i museus d’Europa i Amperica. Ha viscut i treballat a Boston, Montpellier, Nueva York, Roma, México DF i Barcelona, on hi resideix actualmente.

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