El Jazz en nuestra sociedad
La civilización occidental debe prácticamente la totalidad de la música popular de los últimos tiempos a África.
De allí provienen los ritmos que los esclavos que durante dos siglos y medio, DOS SIGLOS Y MEDIO! , fueron tratados como mercancía y trasladados a América.
Candombe en Uruguay, Capoeira en Brasil, Son en cuba, Blues y Jazz en USA, son algunas de las innumerables herencias musicales africanas y de entre todas ellas se puede destacar el jazz que fue sin duda alguna la música del siglo XX
Género que nace directamente del esclavismo, de los sectores más oprimidos de la sociedad, tras un siglo de gestación consigue el “reconocimiento” de la sociedad blanca cuando estos, inmersos en la recesión económica de los años 30, se dan cuenta de que al igual que los negros, se puede estar jodido y aún así tener capacidad de pasarlo bien con la música y el baile.
Resumiendo, cuando los blancos toman conciencia de que pueden balar como negros, sudar y contonearse al son de ritmos sensuales, es entonces cuando el jazz se mundializa y poco a poco consigue se considere a los músicos negro como personas.
El Jazz en nuestra ciudad
Se podría hablar del los tópicos que se crearon y que llevaban a sostener que solo por ser negro se toca buen jazz o que si se es blanco nunca se llegará a un gran nivel…
En nuestra ciudad esto existió hasta los años 80, tiempos en los que aún algunas salas anunciaban un concierto de jazz en las carteleras de periódicos aclarando, eso sí, que el concierto lo hacían músicos “de color”.
Por suerte esto acaba con la aparición de la escuela Taller de Músics y su cuerpo de profesores blancos y europeos, que demuestran todo lo contrario y que encuentran en la sala Harlem Jazz Club un espacio donde tocar. El éxito que consiguen es terminante, los conciertos se llenan y se comienza a crear un público inteligente y con criterio propio que escoge las opciones que más le agradan, más allá del origen, sexo o color de piel de loas artistas.
Nuestra sociedad pasa en esos años de ser exportadora a receptora de mano de obra; ello conlleva, entre otras cosas, la llegada de músicos de diferentes procedencias y se puede afirmar que, a diferencia de otras opciones artísticas, es la música la que mayoritariamente se transforma y enriquece con los nuevos conceptos musicales.
Sin querer establecer un paralelismo superficial, se puede decir que, musicalmente, la llegada de emigrantes a nuestra sociedad, fundamentalmente a Barcelona, transformó la música, en su dimensión, como llegada de africanos a América.
El futuro del Jazz
La permeabilidad es la característica que ha permitido al jazz mantener, y aumentar, presencia musical durante el siglo pasado y todo hace pensar que seguirá siéndolo en este.
Nada impide continuar disfrutando del jazz clásico, dixieland, rag time, etc., ni de los diferentes estilos nacidos por evolución propia del género como latin jazz, funk, rock y pop hasta llegar al rap y la cultura hip hop…
Como no podía ser de otra manera, el jazz es permeable y acepta las novedades, las adopta y transforma, y así continúa hacia adelante.
Si esto continúa así, el futuro, la supervivencia, están garantizados-
La única sombra que acecha a este porvenir son los conceptos totalitarias que emergen y aumentan en las sociedades occidentales; estas opciones proclaman la vuelta a valores de supuesta defensa de identidad nacional y racial, y no pueden aceptar música que en su día consideraron “degenerada” y ni mucho menos los estilos actuales.
Si el futuro del jazz corre peligro, junto a él lo corren todos aquellos conceptos sociales que preconizan fraternidad, igualdad, desprejuicio, transgresión…, en definitiva, todo concepto libertario que tienda a hacer más felices a las personas y más llevadera la existencia.
Barcelona capital del Jazz
Por todo esto, la idea de Barcelona capital de Jazz es muy interesante, siempre y cuando, desde mi punto de vista, se la proclame también como ciudad abierta, culturalmente rica y permeable, transformadora, innovadora y sobre todo una ciudad que busca unir su identidad a la justicia social por su rica herencia libertaria a lo largo de la historia reciente.