Llevamos décadas hablando de la ventaja competitiva. De Porter. De los negocios de confrontación. De que gane uno porque pierde otro. Del ”estado de competencia”. De la diferenciación. Pero ahora volvemos a considerar en los modelos de negocio la ventaja colaborativa también. La de participar conjuntamente. La de ganar todos. La de crear juntos. Porque colaborar es la forma más inteligente de competir, pero también de sobrevivir.
El pasado 15 de noviembre, nos reunimos doscientos gestores culturales, programadores, distribuidores y artistas en la Nau Bostik. Bajo el nombre de XOC (Xarxa, Oberta i Comunitat) , la Associació de Professionals de la Gestió Cultural a Catalunya aprovecha bienalmente para cuestionar el lenguaje común, los prejuicios, la validez de la tradición, de todo aquel que se camufla bajo la ropa de la cultura. Esta vez, lo hicimos cogiendo voces de sibila para transitar por el complicado suelo fronterizo del mañana, del futuro, de la profesión.
«El trabajo ya no es lo que era», afirmaba contundentemente Albert Cañigueral, conector de OuiShare para España y América Latina, en su conferencia inaugural de la jornada. El ponente apelaba directamente al impacto que ha tenido la revolución tecnológica en la sociedad, en nosotros. «El escenario en el que los individuos tienen un contrato laboral indefinido para toda la vida está en decrecimiento. Las organizaciones están tendiendo a reducir su núcleo empresarial para contratar al resto del equipo bajo demanda y por proyectos», continuaba. Los autónomos, que son los pocos que no miran el cambio desde lejos, siguen conduciéndonos al resto por ese sendero de la desacralización de la antigua costumbre, de lo común, sufriendo, por eso, algunas desigualdades sociales. Cañigueral nos aconsejó: «Trabajadores independientes, sí; pero no aislados. Buscad vuestra tribu. Hay que sentirse acompañados».
Aún mirándonos sin todavía acabar de comulgar, sin reconocer al otro en comunidad, aparecieron David Martínez y Elisabet Aznar, de la entidad La Nave Va, para cambiarnos de espacio, de pose, de rol. Condenamos, de nuevo, el soliloquio del porvenir profesional para darnos la libertad de expresarnos sin miedo ante los otros, para descubrirnos colectivamente, para reforzar nuestra identidad. Estos dos profesionales con ironía e ingenio consiguieron la unidad de los asistentes teatralizando la realidad. La cultura produce buen humor. Y ahí quedó plasmado.
Junto a Jordi Soler, mientras el grupo desayunaba, estuve grabando el programa de Las mañanas con las gestoras de Ràdio Fabra. Desde una tarima de no más de un metro de altura, no solo pudimos entrevistar a algunos de los participantes, sino que además atestiguamos como todos ellos empezaban a convertirse en parte activa de la creación del evento. Las desconferencias, la siguiente actividad programada, daban respuesta a la pregunta que les lanzamos desde la organización: «Y tú, ¿de qué quieres hablar?». Los atrevidos apuntaron sus temas de interés en una pizarra construyendo conjuntamente la escaleta de las próximas horas.
Había llegado la hora del almuerzo. Cuerpo Cosmos, un dispositivo escénico que explora el límite entre las artes escénicas y los rituales fueron los encargados de la comida. Marc Sempere, Ana Rossi, Marcel Bagés y Flor Inza, nos ayudaron a acabar de generar un cuerpo colectivo con su magnética fuerza performativa derivada de la creación y la repetición de unos cantos mántricos, de un envolvente sonido musical y de una exquisita paella. Cual platónicos al final del banquete, iniciamos el simposio. Había siete mesas; una, para cada uno de ellos: Maria Basora, Marta Esteve, Laura Huerga, Lluís Nacenta, Mònica Pagès, Jonàs Sala y Pepe Zapata. Los asistentes, que anteriormente ya nos habían indicado con quién de ellos compartirían el café, ocuparon sus asientos y discurrieron entre charlas desenfadadas, reflexiones prospectivas y decenas de orientaciones y consejos de los que presidían. Mientras tanto, algunos aprovecharon para visitar el espacio que regía Martí Ruiz con sus esculturas dinámico-musicales homenajeando a los hermanos Baschet. Otra propuesta del encuentro que provocaba la interacción y la participación: todos podíamos jugar con los instrumentos para crear un paisaje acústico natural. Sin duda, una experiencia de transformación sonora que nos recordó la función inclusiva del arte.
La sala contigua ya estaba preparada para la siguiente actividad: el fish bowl. Laura Durán, con nitidez estructural moderó el diálogo entre Liliana Arroyo, Pía Mazuela y Ferran López, sobre los nuevos mecanismos de precarización del sector, sobre la heterogeneidad laboral y sobre la necesidad de reformular el pensamiento social. Sus sillas estaban en círculo y habían dejado otra vacía. Las de los asistentes rodeaban la circunferencia expandiéndose en espiral. El asiento libre, que era una clara invitación a quienes querían formar parte del coloquio, fue ocupándose y desocupándose discontinuamente durante toda la sesión. La última acción del día la protagonizaron los representantes de Habitar, DU-DA, Grand-Tour, Lumínic, Montana Colours y Planta Uno. Seis proyectos que fueron seleccionados previamente a través de una convocatoria para que compartieran de manera concisa y sistemática las ideas más relevantes de sus iniciativas. Para visibilizar y enseñarnos sus dimensiones artísticas y sociales, pero también para seguir tejiendo más redes vinculares. Y, ahora sí, comenzaba a sonar Little Boots, Groove Armada y Bent, desde la mesa de mezclas de Gerard Calderón. Con una atmósfera festiva y con un cierto frenesí báquico, se escuchaban las preguntas que no se hicieron durante el día, se veía el intercambio de números de teléfonos y también los abrazos y las despedidas.
La Nave Va, al empezar su dinámica por la mañana nos preguntó a los doscientos profesionales: «¿Cuántos sois los que conocéis a más de tres personas aquí?». Sólo fueron cinco o seis manos las que tímidamente se alzaron. Después de este XOC, sin duda, ante esta misma pregunta, serían muchísimas más. Porque este encuentro ha conectado, consolidado y potenciado sinergias entre agentes culturales. Porque ha creado un diálogo con el otro a través de la colaboración. Porque ha generado un vínculo con la comunidad. Porque se ha construido colectivamente. El futuro, si es que existe, empieza por Co- . Poned siempre este prefijo delante de todo lo que yo diga de esta jornada.
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Cristina Abelló és productora i coordinadora de projectes culturals, membre de l’APGCC i de la comissió coordinadora de l’acte Cultura en XOC.
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