Skip to content

Gisela Chillida – Barcelona: ¿ciudad feminista?

[:ca]* Del cicle : CONSTRUCCIÓ i CANSAMENT A LA BARCELONA CULTURAL

Barcelona cuenta con numerosos organismos e instituciones que forman un tejido asociativo extenso que lleva desarrollando una labor feminista importante desde hace años pero las estadísticas indican que la paridad entre hombres y mujeres está lejos. El Ayuntamiento de Barcelona presentó en el último Pleno el Plan para la Justicia de Género con el objetivo prevenir y educar así como detectar y ayudar a las víctimas de la violencia machista pero sin embargo el año pasado fueron 5 las mujeres asesinadas. Es también una ciudad que pese a tener efigie femenina, menos del 15% de su nomenclator se ha bautizado con nombre de mujer, siendo el panorama especialmente desolador en el Eixample, donde no hay ninguna calle ni plaza dedicada a un personaje femenino. Se han puesto en marcha campañas de concienciación pero sigue habiendo casos donde la víctima de acoso es cuestionada. Barcelona presume de ser moderna, cosmopolita e innovadora pero Ada Colau es la primera alcaldesa de esta ciudad con 2.000 años de historia.

Activista y feminista declarada, la líder de Barcelona en Comú defiende la necesidad de “feminizar la política”. Su Concejalía de Feminismos y LGTBI -órgano brand new que cuenta con un presupuesto anual de 1,3 millones- ha puesto en marcha distintos planes de acción para erradicar el machismo, la homofobia, la bifobia y transfobia de calles, casas, aulas y trabajos en una estrategia multifocal, transversal y colectiva que apela a la responsabilidad de tod@s. Por contra, el presupuesto de la Generalitat dedicado a la igualdad de género ha decrecido un 24% en los últimos cinco años y los recortes del Estado también se han visto afectados negativamente.

Una de las medidas que ha puesto en marcha el Ayuntamiento desde la nueva concejalía busca luchar contra un urbanismo masculinizado que convierte callejones, pasos subterráneos o zonas poligonales en verdaderas lagunas Estigia para las mujeres, especialmente durante las horas más oscuras. Laura Pérez, concejala de Feminismos y LFTBI, realiza marchas exploratorias junto a vecinas para detectar los puntos negros del barrio y proponer mejoras. El miedo a cruzar esos espacios, determina nuestros movimientos y afecta nuestras vidas cotidianas: coger un camino más largo pero más iluminado, bajar en otra parada para no tener que cruzar ese pasadizo tan largo… Poner unas farolas o quitar unos matorrales son a veces mejoras suficientes que permiten recuperar esos lugares que generan inseguridad. El espacio público ha estado diseñado mayoritariamente por y para hombres blancos bípedos. Por eso, uno de los retos de la nueva concejalía es fomentar la participación de las mujeres en la transformación de la ciudad y contar con ellas para repensar las infraestructuras, las formas de movilidad o los horarios comerciales.

Este pasado verano, se habilitaron stands en algunas fiestas populares para asesorar acerca del acoso sexual y la violencia machista además de ofrecer atención psicológica e información jurídica a las víctimas. La carpa MercéAntimasclista, que abrió del 22 al 25 de setiembre durante las horas de mayor afluencia, atendió medio millar de consultas, 5 de ellas para reportar ataques sexistas durante las mismas fiestas y otras 6 más que denunciaron agresiones sucedidas con anterioridad. Con esta iniciativa, el Ayuntamiento se sumaba a acciones empezadas por otros colectivos en barrios como Gràcia, Sants o Poble-Sec con la intención de poder gritar -como hace cada 8 de marzo una horda de mujeres que recorre algunas calles barcelonesas- “la noche es nuestra”. Como la manifestación anual, las reivindicaciones ciudadanas muestran un feminismo activo que pone en evidencia el terreno que aún queda por ganar. Pero no todo sucede al caer el sol…

Una de las campañas de sensibilización contra esos micromachismo invisibles buscaba alertar sobre la nada inocente tradición del cumplido callejero espontáneo (a.k.a. piropo) a través de carteles instalados por toda la ciudad. Y es que gracias a esta habitual práctica, pasar por debajo de un andamio puede ponerte más tensa que cruzar un arco de seguridad de un aeropuerto, siempre deseando que ni pite ni salte la luz roja. En un giro casi magrittesco, el clásico piropo “Esto es un culo” aparecía con esta última palabra tachada y cambiada por “acoso”. Puede que la campaña pasara algo desapercibida y que la mayoría de viandantes no prestaran demasiada atención al susodicho cartel, pero aún así, es importante dejar de considerar el piropo como algo inocuo arguyendo que a nadie le molesta que lo halaguen. Pues verán, no es lo mismo una caricia que una bofetada; ni tampoco es lo mismo una caricia consentida que la de alguien desconocido. Las palabras no se las lleva el viento, las palabras hieren. El piropo es síntoma de una sociedad patriarcal que considera a la mujer un objeto al que se puede mirar con descaro. Su pseudopoesía soez y casposa con olor a alcanfor no es halago, es acoso. Son (tus) palabras contra mi cuerpo. Cuando alguien grita “Esto es un culo” está diciendo “esto es un culo que puedo mirar, juzgar y, si quiero, tocar. Y para ello no necesito tu consentimiento”.

Si parece que la calle no es (todavía) nuestra, el mundo laboral parece que tampoco. Tenemos peores condiciones laborales, la tasa de paro es superior y sigue existiendo un techo de cristal que no nos deja acceder a los puestos de mayor responsabilidad. La crisis y las medidas de austeridad tampoco han tenido el mismo impacto en hombres que en mujeres. Las estadísticas muestran una ciudad a la que le queda mucho por mejorar. Según un informe del Ayuntamiento, las mujeres sufren la pobreza de manera diferencial o, dicho de otro modo, la pobreza afecta más y a más mujeres. La disminución de las ayudas a personas dependientes, la reducción de plazas en guarderías o de becas para comedor ha aumentado la brecha de género porque siguen siendo ellas quienes se encargan de los cuidados de los familiares que lo necesitan. La situación de vulnerabilidad es todavía más acusada en las mujeres de más de 65 años, quienes perciben rentas mucho menores que las de sus contemporáneos masculinos.

La escasa presencia de mujeres en los museos, tanto en sus colecciones y exposiciones como en la dirección de los mismos, da para un estudio aparte. En materia de cultura somos todavía subalternas. Y Barcelona no es la excepción. Pero ahora no queremos entrar. Sólo recordar que si hemos tardado 2.000 años en tener una alcaldesa, dos más ha tardado en acoger el museo nacional sito en la ciudad (MNAC) una exposición dedicada a una mujer pintora. Para que vean, la entrada en la página web del mismo museo afirma sobre Lluïsa Vidal, una de las irrisorias 10 mujeres de las que el MNAC posee obra: “En una época en que a menudo las mujeres se dedicaban casi exclusivamente a pintar flores, ella pintó todo lo que le rodeaba, como hacían sus coetáneos varones”. Sí, las mujeres ocupábamos nuestro tiempo pintando floreras y florecillas, el porqué no nos lo explican, pero se presupone de menos valor. Pero no acaba ahí, el texto sigue: “Después de su muerte cayó en el olvido”. “Cayó en el olvido”, bonito eufemismo para decir que la historia la ignoró. Luego continúa (agárrense que vienen curvas): “y, aprovechando la calidad de sus pinturas, varias veces se ha cambiado la firma de sus obras por la de artistas más cotizados en el mercado”. En reflexivo e inpersonal, así, sola y como por arte de magia, su firma se cambió. Nos informan de un fraude pero no nos dan más explicaciones que los motivos económicos. Óbviamente, el cambio de nombre no tuvo nada que ver con que fuera mujer…

Partimos de una desigualdad estructural. El machismo se ha ido actualizando. En un mundo globalizado, la ciudad toma más sentido que nunca por su capacidad de dar solución a problemáticas concretas y servir de puente entre lo local y lo global. El ciudadano es quien habita, quien pisa, quien estudia, quien trabaja en un lugar. La nación y el estado son el pueblo, la masa abstracta; la ciudad son los ciudadanos, sujetos concretos que cohabitan. Existen entre ellos lazos comunitarios por el mero echo de tener que compartir unos espacios, unos servicios. Debemos pensar estrategias a nivel mundial, pero actuar en nuestras ciudades es muy importante: no cerrar los ojos al machismo, al racismo, a la homofobia e implicarnos como individu@s, como ciudadan@s. Denunciar, defender, no ser cómplices de ningún ataque. La igualdad no es algo que pueda lograrse de la noche a la mañana. El pasado siempre pervive, como fantasma, como ruina, como flashback. Somos una ciudad romana, de tradición judeo-cristiana, con un currículum democrático escaso, y actualmente inmersa en el capitalismo global. Y la sociedad romana era patriarcal, la religión cristiana es androcéntrica, la dictadura franquista era claramente machista y homofoba, y el capitalismo sigue siendo heterocéntrico. Afortunadamente, contamos con un Ayuntamiento claramente feminista, que sabe integrar la perspectiva de género en sus planes y que se ha atrevido a abordar “el feminismo” sin pudor, ni dobleces ni eufemismos. Hay que aplaudir las medidas impulsadas por el gobierno de Ada Colau. Otra cosa son los ciudadanos…

Barcelona entera puso el grito en el cielo cuando se enteró que la activista postporno Águeda Bañón iba a ser la nueva directora del departamento de comunicación del Ayuntamiento que preside Ada Colau. La ciudad se escandalizó cuando descubrió que entre 2002 y 2007 Bañón mantuvo activo junto a Maria Llopis el proyecto “Girls Who Like Porno”, página web “sobre feminismo pro-sex, disidencias sexuales y maternidades subversivas” y colectivo que reivindicaba un porno de y para mujeres y queers. Bañón y Llopis cuestionaban la representación de la sexualidad heterocentrista y proponían un nuevo modo de hacer y mirar pornografía porque el problema no es el porno. El problema es la cosificación, objetualización, comodificación de las mujeres y su reducción a categorías que aluden a su físico (rubias, tetudas), a su edad (maduritas, jovencitas), a su origen (asiáticas, rusas, latinas…).

Barcelona, además de capital del futurible Estado Catalán, podría declararse capital del posporno. Durante años, se celebró la Muestra Marrana, festival DIY de material postporno. En 2007, Paul B.Preciado, entonces todavía Beatriz, dirigió un seminario sobre el tema en el MACBA. Justo unos años antes de que ella y Valentín Roma fueran despedidos de forma express por pretender mostrar una escultura en la que el ex-Rey de España era sodomizado por la activista boliviana Domitila Barrios, figura clave en la lucha contra la dictadura de su país, quien a su vez era penetrada por un perro pastor alemán.

¿Pero es Barcelona feminista? No lo suficiente. Seguimos defendiendo el honor del Rey e ignorando las defensoras de la democracia. Como defiende la también activista boliviana María Galindo, “no se puede descolonizar sin despatriarcalizar” y, claro está, tampoco se puede despatriarcalizar sin descolonizar.

*

Gisela Chillida es historiadora del arte

* * *
Segueix el debat diari de Hänsel* i Gretel* al nostre compte de TWITTER[:es]* Del ciclo : CONSTRUCCIÓN Y CANSANCIO EN LA BARCELONA CULTURAL

Barcelona cuenta con numerosos organismos e instituciones que forman un tejido asociativo extenso que lleva desarrollando una labor feminista importante desde hace años pero las estadísticas indican que la paridad entre hombres y mujeres está lejos. El Ayuntamiento de Barcelona presentó en el último Pleno el Plan para la Justicia de Género con el objetivo prevenir y educar así como detectar y ayudar a las víctimas de la violencia machista pero sin embargo el año pasado fueron 5 las mujeres asesinadas. Es también una ciudad que pese a tener efigie femenina, menos del 15% de su nomenclator se ha bautizado con nombre de mujer, siendo el panorama especialmente desolador en el Eixample, donde no hay ninguna calle ni plaza dedicada a un personaje femenino. Se han puesto en marcha campañas de concienciación pero sigue habiendo casos donde la víctima de acoso es cuestionada. Barcelona presume de ser moderna, cosmopolita e innovadora pero Ada Colau es la primera alcaldesa de esta ciudad con 2.000 años de historia.

Activista y feminista declarada, la líder de Barcelona en Comú defiende la necesidad de “feminizar la política”. Su Concejalía de Feminismos y LGTBI -órgano brand new que cuenta con un presupuesto anual de 1,3 millones- ha puesto en marcha distintos planes de acción para erradicar el machismo, la homofobia, la bifobia y transfobia de calles, casas, aulas y trabajos en una estrategia multifocal, transversal y colectiva que apela a la responsabilidad de tod@s. Por contra, el presupuesto de la Generalitat dedicado a la igualdad de género ha decrecido un 24% en los últimos cinco años y los recortes del Estado también se han visto afectados negativamente.

Una de las medidas que ha puesto en marcha el Ayuntamiento desde la nueva concejalía busca luchar contra un urbanismo masculinizado que convierte callejones, pasos subterráneos o zonas poligonales en verdaderas lagunas Estigia para las mujeres, especialmente durante las horas más oscuras. Laura Pérez, concejala de Feminismos y LFTBI, realiza marchas exploratorias junto a vecinas para detectar los puntos negros del barrio y proponer mejoras. El miedo a cruzar esos espacios, determina nuestros movimientos y afecta nuestras vidas cotidianas: coger un camino más largo pero más iluminado, bajar en otra parada para no tener que cruzar ese pasadizo tan largo… Poner unas farolas o quitar unos matorrales son a veces mejoras suficientes que permiten recuperar esos lugares que generan inseguridad. El espacio público ha estado diseñado mayoritariamente por y para hombres blancos bípedos. Por eso, uno de los retos de la nueva concejalía es fomentar la participación de las mujeres en la transformación de la ciudad y contar con ellas para repensar las infraestructuras, las formas de movilidad o los horarios comerciales.

Este pasado verano, se habilitaron stands en algunas fiestas populares para asesorar acerca del acoso sexual y la violencia machista además de ofrecer atención psicológica e información jurídica a las víctimas. La carpa MercéAntimasclista, que abrió del 22 al 25 de setiembre durante las horas de mayor afluencia, atendió medio millar de consultas, 5 de ellas para reportar ataques sexistas durante las mismas fiestas y otras 6 más que denunciaron agresiones sucedidas con anterioridad. Con esta iniciativa, el Ayuntamiento se sumaba a acciones empezadas por otros colectivos en barrios como Gràcia, Sants o Poble-Sec con la intención de poder gritar -como hace cada 8 de marzo una horda de mujeres que recorre algunas calles barcelonesas- “la noche es nuestra”. Como la manifestación anual, las reivindicaciones ciudadanas muestran un feminismo activo que pone en evidencia el terreno que aún queda por ganar. Pero no todo sucede al caer el sol…

Una de las campañas de sensibilización contra esos micromachismo invisibles buscaba alertar sobre la nada inocente tradición del cumplido callejero espontáneo (a.k.a. piropo) a través de carteles instalados por toda la ciudad. Y es que gracias a esta habitual práctica, pasar por debajo de un andamio puede ponerte más tensa que cruzar un arco de seguridad de un aeropuerto, siempre deseando que ni pite ni salte la luz roja. En un giro casi magrittesco, el clásico piropo “Esto es un culo” aparecía con esta última palabra tachada y cambiada por “acoso”. Puede que la campaña pasara algo desapercibida y que la mayoría de viandantes no prestaran demasiada atención al susodicho cartel, pero aún así, es importante dejar de considerar el piropo como algo inocuo arguyendo que a nadie le molesta que lo halaguen. Pues verán, no es lo mismo una caricia que una bofetada; ni tampoco es lo mismo una caricia consentida que la de alguien desconocido. Las palabras no se las lleva el viento, las palabras hieren. El piropo es síntoma de una sociedad patriarcal que considera a la mujer un objeto al que se puede mirar con descaro. Su pseudopoesía soez y casposa con olor a alcanfor no es halago, es acoso. Son (tus) palabras contra mi cuerpo. Cuando alguien grita “Esto es un culo” está diciendo “esto es un culo que puedo mirar, juzgar y, si quiero, tocar. Y para ello no necesito tu consentimiento”.

Si parece que la calle no es (todavía) nuestra, el mundo laboral parece que tampoco. Tenemos peores condiciones laborales, la tasa de paro es superior y sigue existiendo un techo de cristal que no nos deja acceder a los puestos de mayor responsabilidad. La crisis y las medidas de austeridad tampoco han tenido el mismo impacto en hombres que en mujeres. Las estadísticas muestran una ciudad a la que le queda mucho por mejorar. Según un informe del Ayuntamiento, las mujeres sufren la pobreza de manera diferencial o, dicho de otro modo, la pobreza afecta más y a más mujeres. La disminución de las ayudas a personas dependientes, la reducción de plazas en guarderías o de becas para comedor ha aumentado la brecha de género porque siguen siendo ellas quienes se encargan de los cuidados de los familiares que lo necesitan. La situación de vulnerabilidad es todavía más acusada en las mujeres de más de 65 años, quienes perciben rentas mucho menores que las de sus contemporáneos masculinos.

La escasa presencia de mujeres en los museos, tanto en sus colecciones y exposiciones como en la dirección de los mismos, da para un estudio aparte. En materia de cultura somos todavía subalternas. Y Barcelona no es la excepción. Pero ahora no queremos entrar. Sólo recordar que si hemos tardado 2.000 años en tener una alcaldesa, dos más ha tardado en acoger el museo nacional sito en la ciudad (MNAC) una exposición dedicada a una mujer pintora. Para que vean, la entrada en la página web del mismo museo afirma sobre Lluïsa Vidal, una de las irrisorias 10 mujeres de las que el MNAC posee obra: “En una época en que a menudo las mujeres se dedicaban casi exclusivamente a pintar flores, ella pintó todo lo que le rodeaba, como hacían sus coetáneos varones”. Sí, las mujeres ocupábamos nuestro tiempo pintando floreras y florecillas, el porqué no nos lo explican, pero se presupone de menos valor. Pero no acaba ahí, el texto sigue: “Después de su muerte cayó en el olvido”. “Cayó en el olvido”, bonito eufemismo para decir que la historia la ignoró. Luego continúa (agárrense que vienen curvas): “y, aprovechando la calidad de sus pinturas, varias veces se ha cambiado la firma de sus obras por la de artistas más cotizados en el mercado”. En reflexivo e inpersonal, así, sola y como por arte de magia, su firma se cambió. Nos informan de un fraude pero no nos dan más explicaciones que los motivos económicos. Óbviamente, el cambio de nombre no tuvo nada que ver con que fuera mujer…

Partimos de una desigualdad estructural. El machismo se ha ido actualizando. En un mundo globalizado, la ciudad toma más sentido que nunca por su capacidad de dar solución a problemáticas concretas y servir de puente entre lo local y lo global. El ciudadano es quien habita, quien pisa, quien estudia, quien trabaja en un lugar. La nación y el estado son el pueblo, la masa abstracta; la ciudad son los ciudadanos, sujetos concretos que cohabitan. Existen entre ellos lazos comunitarios por el mero echo de tener que compartir unos espacios, unos servicios. Debemos pensar estrategias a nivel mundial, pero actuar en nuestras ciudades es muy importante: no cerrar los ojos al machismo, al racismo, a la homofobia e implicarnos como individu@s, como ciudadan@s. Denunciar, defender, no ser cómplices de ningún ataque. La igualdad no es algo que pueda lograrse de la noche a la mañana. El pasado siempre pervive, como fantasma, como ruina, como flashback. Somos una ciudad romana, de tradición judeo-cristiana, con un currículum democrático escaso, y actualmente inmersa en el capitalismo global. Y la sociedad romana era patriarcal, la religión cristiana es androcéntrica, la dictadura franquista era claramente machista y homofoba, y el capitalismo sigue siendo heterocéntrico. Afortunadamente, contamos con un Ayuntamiento claramente feminista, que sabe integrar la perspectiva de género en sus planes y que se ha atrevido a abordar “el feminismo” sin pudor, ni dobleces ni eufemismos. Hay que aplaudir las medidas impulsadas por el gobierno de Ada Colau. Otra cosa son los ciudadanos…

Barcelona entera puso el grito en el cielo cuando se enteró que la activista postporno Águeda Bañón iba a ser la nueva directora del departamento de comunicación del Ayuntamiento que preside Ada Colau. La ciudad se escandalizó cuando descubrió que entre 2002 y 2007 Bañón mantuvo activo junto a Maria Llopis el proyecto “Girls Who Like Porno”, página web “sobre feminismo pro-sex, disidencias sexuales y maternidades subversivas” y colectivo que reivindicaba un porno de y para mujeres y queers. Bañón y Llopis cuestionaban la representación de la sexualidad heterocentrista y proponían un nuevo modo de hacer y mirar pornografía porque el problema no es el porno. El problema es la cosificación, objetualización, comodificación de las mujeres y su reducción a categorías que aluden a su físico (rubias, tetudas), a su edad (maduritas, jovencitas), a su origen (asiáticas, rusas, latinas…).

Barcelona, además de capital del futurible Estado Catalán, podría declararse capital del posporno. Durante años, se celebró la Muestra Marrana, festival DIY de material postporno. En 2007, Paul B.Preciado, entonces todavía Beatriz, dirigió un seminario sobre el tema en el MACBA. Justo unos años antes de que ella y Valentín Roma fueran despedidos de forma express por pretender mostrar una escultura en la que el ex-Rey de España era sodomizado por la activista boliviana Domitila Barrios, figura clave en la lucha contra la dictadura de su país, quien a su vez era penetrada por un perro pastor alemán.

¿Pero es Barcelona feminista? No lo suficiente. Seguimos defendiendo el honor del Rey e ignorando las defensoras de la democracia. Como defiende la también activista boliviana María Galindo, “no se puede descolonizar sin despatriarcalizar” y, claro está, tampoco se puede despatriarcalizar sin descolonizar.

*

Gisela Chillida es historiadora del arte

* * *
Sigue el debate diario de Hänsel* i Gretel* en nuestra cuenta de TWITTER[:en]* From the cycle : CREATION AND EXHAUSTION IN CULTURAL BARCELONA

Barcelona cuenta con numerosos organismos e instituciones que forman un tejido asociativo extenso que lleva desarrollando una labor feminista importante desde hace años pero las estadísticas indican que la paridad entre hombres y mujeres está lejos. El Ayuntamiento de Barcelona presentó en el último Pleno el Plan para la Justicia de Género con el objetivo prevenir y educar así como detectar y ayudar a las víctimas de la violencia machista pero sin embargo el año pasado fueron 5 las mujeres asesinadas. Es también una ciudad que pese a tener efigie femenina, menos del 15% de su nomenclator se ha bautizado con nombre de mujer, siendo el panorama especialmente desolador en el Eixample, donde no hay ninguna calle ni plaza dedicada a un personaje femenino. Se han puesto en marcha campañas de concienciación pero sigue habiendo casos donde la víctima de acoso es cuestionada. Barcelona presume de ser moderna, cosmopolita e innovadora pero Ada Colau es la primera alcaldesa de esta ciudad con 2.000 años de historia.

Activista y feminista declarada, la líder de Barcelona en Comú defiende la necesidad de “feminizar la política”. Su Concejalía de Feminismos y LGTBI -órgano brand new que cuenta con un presupuesto anual de 1,3 millones- ha puesto en marcha distintos planes de acción para erradicar el machismo, la homofobia, la bifobia y transfobia de calles, casas, aulas y trabajos en una estrategia multifocal, transversal y colectiva que apela a la responsabilidad de tod@s. Por contra, el presupuesto de la Generalitat dedicado a la igualdad de género ha decrecido un 24% en los últimos cinco años y los recortes del Estado también se han visto afectados negativamente.

Una de las medidas que ha puesto en marcha el Ayuntamiento desde la nueva concejalía busca luchar contra un urbanismo masculinizado que convierte callejones, pasos subterráneos o zonas poligonales en verdaderas lagunas Estigia para las mujeres, especialmente durante las horas más oscuras. Laura Pérez, concejala de Feminismos y LFTBI, realiza marchas exploratorias junto a vecinas para detectar los puntos negros del barrio y proponer mejoras. El miedo a cruzar esos espacios, determina nuestros movimientos y afecta nuestras vidas cotidianas: coger un camino más largo pero más iluminado, bajar en otra parada para no tener que cruzar ese pasadizo tan largo… Poner unas farolas o quitar unos matorrales son a veces mejoras suficientes que permiten recuperar esos lugares que generan inseguridad. El espacio público ha estado diseñado mayoritariamente por y para hombres blancos bípedos. Por eso, uno de los retos de la nueva concejalía es fomentar la participación de las mujeres en la transformación de la ciudad y contar con ellas para repensar las infraestructuras, las formas de movilidad o los horarios comerciales.

Este pasado verano, se habilitaron stands en algunas fiestas populares para asesorar acerca del acoso sexual y la violencia machista además de ofrecer atención psicológica e información jurídica a las víctimas. La carpa MercéAntimasclista, que abrió del 22 al 25 de setiembre durante las horas de mayor afluencia, atendió medio millar de consultas, 5 de ellas para reportar ataques sexistas durante las mismas fiestas y otras 6 más que denunciaron agresiones sucedidas con anterioridad. Con esta iniciativa, el Ayuntamiento se sumaba a acciones empezadas por otros colectivos en barrios como Gràcia, Sants o Poble-Sec con la intención de poder gritar -como hace cada 8 de marzo una horda de mujeres que recorre algunas calles barcelonesas- “la noche es nuestra”. Como la manifestación anual, las reivindicaciones ciudadanas muestran un feminismo activo que pone en evidencia el terreno que aún queda por ganar. Pero no todo sucede al caer el sol…

Una de las campañas de sensibilización contra esos micromachismo invisibles buscaba alertar sobre la nada inocente tradición del cumplido callejero espontáneo (a.k.a. piropo) a través de carteles instalados por toda la ciudad. Y es que gracias a esta habitual práctica, pasar por debajo de un andamio puede ponerte más tensa que cruzar un arco de seguridad de un aeropuerto, siempre deseando que ni pite ni salte la luz roja. En un giro casi magrittesco, el clásico piropo “Esto es un culo” aparecía con esta última palabra tachada y cambiada por “acoso”. Puede que la campaña pasara algo desapercibida y que la mayoría de viandantes no prestaran demasiada atención al susodicho cartel, pero aún así, es importante dejar de considerar el piropo como algo inocuo arguyendo que a nadie le molesta que lo halaguen. Pues verán, no es lo mismo una caricia que una bofetada; ni tampoco es lo mismo una caricia consentida que la de alguien desconocido. Las palabras no se las lleva el viento, las palabras hieren. El piropo es síntoma de una sociedad patriarcal que considera a la mujer un objeto al que se puede mirar con descaro. Su pseudopoesía soez y casposa con olor a alcanfor no es halago, es acoso. Son (tus) palabras contra mi cuerpo. Cuando alguien grita “Esto es un culo” está diciendo “esto es un culo que puedo mirar, juzgar y, si quiero, tocar. Y para ello no necesito tu consentimiento”.

Si parece que la calle no es (todavía) nuestra, el mundo laboral parece que tampoco. Tenemos peores condiciones laborales, la tasa de paro es superior y sigue existiendo un techo de cristal que no nos deja acceder a los puestos de mayor responsabilidad. La crisis y las medidas de austeridad tampoco han tenido el mismo impacto en hombres que en mujeres. Las estadísticas muestran una ciudad a la que le queda mucho por mejorar. Según un informe del Ayuntamiento, las mujeres sufren la pobreza de manera diferencial o, dicho de otro modo, la pobreza afecta más y a más mujeres. La disminución de las ayudas a personas dependientes, la reducción de plazas en guarderías o de becas para comedor ha aumentado la brecha de género porque siguen siendo ellas quienes se encargan de los cuidados de los familiares que lo necesitan. La situación de vulnerabilidad es todavía más acusada en las mujeres de más de 65 años, quienes perciben rentas mucho menores que las de sus contemporáneos masculinos.

La escasa presencia de mujeres en los museos, tanto en sus colecciones y exposiciones como en la dirección de los mismos, da para un estudio aparte. En materia de cultura somos todavía subalternas. Y Barcelona no es la excepción. Pero ahora no queremos entrar. Sólo recordar que si hemos tardado 2.000 años en tener una alcaldesa, dos más ha tardado en acoger el museo nacional sito en la ciudad (MNAC) una exposición dedicada a una mujer pintora. Para que vean, la entrada en la página web del mismo museo afirma sobre Lluïsa Vidal, una de las irrisorias 10 mujeres de las que el MNAC posee obra: “En una época en que a menudo las mujeres se dedicaban casi exclusivamente a pintar flores, ella pintó todo lo que le rodeaba, como hacían sus coetáneos varones”. Sí, las mujeres ocupábamos nuestro tiempo pintando floreras y florecillas, el porqué no nos lo explican, pero se presupone de menos valor. Pero no acaba ahí, el texto sigue: “Después de su muerte cayó en el olvido”. “Cayó en el olvido”, bonito eufemismo para decir que la historia la ignoró. Luego continúa (agárrense que vienen curvas): “y, aprovechando la calidad de sus pinturas, varias veces se ha cambiado la firma de sus obras por la de artistas más cotizados en el mercado”. En reflexivo e inpersonal, así, sola y como por arte de magia, su firma se cambió. Nos informan de un fraude pero no nos dan más explicaciones que los motivos económicos. Óbviamente, el cambio de nombre no tuvo nada que ver con que fuera mujer…

Partimos de una desigualdad estructural. El machismo se ha ido actualizando. En un mundo globalizado, la ciudad toma más sentido que nunca por su capacidad de dar solución a problemáticas concretas y servir de puente entre lo local y lo global. El ciudadano es quien habita, quien pisa, quien estudia, quien trabaja en un lugar. La nación y el estado son el pueblo, la masa abstracta; la ciudad son los ciudadanos, sujetos concretos que cohabitan. Existen entre ellos lazos comunitarios por el mero echo de tener que compartir unos espacios, unos servicios. Debemos pensar estrategias a nivel mundial, pero actuar en nuestras ciudades es muy importante: no cerrar los ojos al machismo, al racismo, a la homofobia e implicarnos como individu@s, como ciudadan@s. Denunciar, defender, no ser cómplices de ningún ataque. La igualdad no es algo que pueda lograrse de la noche a la mañana. El pasado siempre pervive, como fantasma, como ruina, como flashback. Somos una ciudad romana, de tradición judeo-cristiana, con un currículum democrático escaso, y actualmente inmersa en el capitalismo global. Y la sociedad romana era patriarcal, la religión cristiana es androcéntrica, la dictadura franquista era claramente machista y homofoba, y el capitalismo sigue siendo heterocéntrico. Afortunadamente, contamos con un Ayuntamiento claramente feminista, que sabe integrar la perspectiva de género en sus planes y que se ha atrevido a abordar “el feminismo” sin pudor, ni dobleces ni eufemismos. Hay que aplaudir las medidas impulsadas por el gobierno de Ada Colau. Otra cosa son los ciudadanos…

Barcelona entera puso el grito en el cielo cuando se enteró que la activista postporno Águeda Bañón iba a ser la nueva directora del departamento de comunicación del Ayuntamiento que preside Ada Colau. La ciudad se escandalizó cuando descubrió que entre 2002 y 2007 Bañón mantuvo activo junto a Maria Llopis el proyecto “Girls Who Like Porno”, página web “sobre feminismo pro-sex, disidencias sexuales y maternidades subversivas” y colectivo que reivindicaba un porno de y para mujeres y queers. Bañón y Llopis cuestionaban la representación de la sexualidad heterocentrista y proponían un nuevo modo de hacer y mirar pornografía porque el problema no es el porno. El problema es la cosificación, objetualización, comodificación de las mujeres y su reducción a categorías que aluden a su físico (rubias, tetudas), a su edad (maduritas, jovencitas), a su origen (asiáticas, rusas, latinas…).

Barcelona, además de capital del futurible Estado Catalán, podría declararse capital del posporno. Durante años, se celebró la Muestra Marrana, festival DIY de material postporno. En 2007, Paul B.Preciado, entonces todavía Beatriz, dirigió un seminario sobre el tema en el MACBA. Justo unos años antes de que ella y Valentín Roma fueran despedidos de forma express por pretender mostrar una escultura en la que el ex-Rey de España era sodomizado por la activista boliviana Domitila Barrios, figura clave en la lucha contra la dictadura de su país, quien a su vez era penetrada por un perro pastor alemán.

¿Pero es Barcelona feminista? No lo suficiente. Seguimos defendiendo el honor del Rey e ignorando las defensoras de la democracia. Como defiende la también activista boliviana María Galindo, “no se puede descolonizar sin despatriarcalizar” y, claro está, tampoco se puede despatriarcalizar sin descolonizar.

*

Gisela Chillida es historiadora del arte

* * *
Follow Hänsel* i Gretel*’s daily debate in our TWITTER account

 [:]

Published inARTICLES DE TOTS ELS CICLES
Simple Share Buttons