Skip to content

Gisela Chillida — ‘Un artista italiano vende una escultura inmaterial por 15.000 euros’

Encontramos una serie de espacios reservados a la exhibición artística: la galería, el museo o el centro de arte. ¿Qué sucede, sin embargo, con los espacios de aparición que le son ajenos, como la televisión, la prensa escrita o la radio?

El arte nunca ocupa portadas y difícilmente sale de la sección cultural. Parece que solamente logramos hacernos un hueco en los mass media cuando: a) obra de arte histórica vendida por precios estratosféricos. b) obra de arte contemporáneo vendida por precios estratosféricos, especialmente si la cifra parece difícil de justificar atendiendo tanto al tiempo invertido (es de fácil realización), como a los materiales (son materiales baratos). c) obra de arte robada, vandalizada o censurada. d) muerte de algún/a artista.

De todas estas casuísticas, la segunda es la que  como trabajadores del arte nos interpela directamente. La visión que se da no se ajusta a nuestra realidad. La prensa generalista crea un imaginario del arte como algo snob porque no les interesa lo que hacemos y decimos, sino lo que pueden decir sobre nosotros que capte la atención de la audiencia. Cuando voluntariamente o no captamos la atención de los medios, no puede ser que esos pocos minutos que nos dedican refuercen la idea de que el arte contemporáneo no se entiende y que además es caro. Invertimos tiempo, esfuerzos, recursos en programas educativos y de mediación con la intención de hacer llegar los contenidos del arte contemporáneo a “todos los públicos”. Titulares como “un artista italiano vende una escultura inmaterial por 15.000 euros” no hacen más que tirar por la borda gran parte de nuestro trabajo y nos alejan, un poco más, de ese gran público. O “El grafitero Banksy vende por 21 millones una obra destruída. O, “Cifras de récord para el arte digital: una obra de Beeple se vende por 58 millones de euros”.

Pocas veces hablan de nosotros. Puede que este “anonimato” sea el que nos permite crear sin la presión “pública”. Pero es también nuestra condena a un ámbito casi privado. ¿No somos siempre los mismos? ¿No somos un grupo tan reducido (y de tan difícil acceso) que podría ser considerado como una gran familia? 

«La publicidad de la esfera pública es lo que puede absorber y hacer brillar a través de los siglos cualquier cosa que los hombres quieran salvar de la natural ruina del tiempo», escribe Hannah Arendt en La condición humana. Por eso, el arte no se puede comprender ni puede trascender al margen de su aparición en los diarios, la televisión, la radio, las redes sociales. Se me ocurre que, si tan snobs parecemos, puede que algo lo seamos.

 

Published inARTICLES DE TOTS ELS CICLESPeriodisme cultural i altres pistesPUBLICACIONS

Be First to Comment

Deixa un comentari

Simple Share Buttons