Cada vez que visito el estudio de un artista, ya sea emergente o con trayectoria siento que entro en un espacio íntimo, donde el artista trabaja a veces meses sin que nadie vea su creación.
Veo mucha soledad entre las cuatro paredes de aquel estudio.
El objetivo final de una obra es ser compartida, transmitida. Los artistas que he conocido tienen algo en común, todos desean que su obra sea vista en una galería, un espacio institucional, o un museo… y en lo posible también vendida, porque adquirir una obra es la manera más clara de demostrar que te gusta, y porque el artista vive de ello.
Para un artista que vive el que probablemente sea el momento más difícil y decisivo de su trayectoria, el paso del mundo académico al profesional, y que como cualquier otra persona necesita posicionarse en ese mundo -especialmente duro en el caso del arte en nuestro país-, la visibilidad es el primer paso.
La creación de un fondo estatal para adquirir y exhibir obra de artistas emergentes, data en Francia de los primeros años del S.XIX, pocos años después de la Revolución. ¿Hubiera sido igual el peso de la creación artística francesa sin aquella iniciativa, que todavía perdura?
Las convocatorias que hay en España para artistas jóvenes pretenden desde diversas instituciones y también desde la iniciativa privada, acompañar en lo posible a creadores emergentes en sus primeros pasos.
Esa labor siempre requiere de una selección, sin ella perdería su sentido y su eficacia, además de ser inviable.
Los certámenes o concursos se valoran en primer lugar por el jurado que hace la selección. No es lo mismo ser seleccionado por un jurado de alto nivel formado por directores de museo, artistas, profesores, comisarios y galeristas, que conocen ampliamente la creación contemporánea, que por otro que no tenga estas características y esta pluralidad de visiones. Por eso uno de los mayores esfuerzos de ART<35 está precisamente en la selección del Jurado, que revisa cada año más de un centenar de dossiers provenientes de toda España. El segundo factor esencial de este certamen, es que cuenta con la implicación desde hace años de la Fundación Banco Sabadell, de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona junto a otras Facultades españolas, y de la Sala Parés cuya función es precisamente exponer, difundir y vender la obra de los artistas seleccionados, que son 10 cada año. No hay un premiado, ni tres, hay una selección de diez creadores. Además el hecho de ser seleccionado comporta para el artista: - Una amplia presencia de cada uno de los artistas en un catálogo con textos escritos por críticos de arte y comisarios. - Una beca para la producción de las obras expuestas, gracias a la colaboración de la Fundación Banc Sabadell. - Un programa de adquisiciones en el cual han participado seis empresas que han adquirido, al menos, una obra de arte cada una. - Una exposición en la Sala Parés con cinco obras de cada artista seleccionado, de un mes de duración. Por otro lado, algunos de los artistas que actualmente forman parte de la programación de varias galerías de España, incluida la Sala Parés, fueron seleccionados en alguna de las ediciones del concurso. Vaya como ejemplo que una de las artistas que ganaron el Premio Art Nou otorgado por La Capella, con su exposición en la galería Angels Barcelona, había sido seleccionada por ART<35 hace dos años. En definitiva opino que las iniciativas que cita Gisela Chillida en su artículo, intentan suplir y en buena parte lo consiguen, de forma necesariamente más modesta, la ausencia de una política pública de apoyo a la joven creación. Cada una de esas iniciativas tiene mucho de vocacional y de generoso, lo que en el contexto actual merece un especial reconocimiento. De hecho, lo tienen en especial de los artistas que participan en ellas, que son muchos.

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Joan Antón Maragall es Presidente de la Galería Sala Parés i de la Associació ART<35