* Del ciclo : CONSTRUCCIÓN Y CANSANCIO EN LA BARCELONA CULTURAL
Escribo esta postal después de varios meses de haberse producido el cambio en el gobierno de la ciudad. La preocupación que percibo en las calles ha aumentado durante este tiempo. Detrás de los nuevos propósitos percibo el viejo conformismo.
Noto a mi alrededor una sociedad sobrecargada, cansada, aplanada bajo el enorme peso de una gesta, que sólo interesa a los que participan en ella; a veces esa gesta adopta la forma de una performance social, otras de expresiones de impaciencia que pretenden alcanzar una meta sin medios. Pese a ello, Barcelona mantiene su condición de clúster en numerosos campos del saber, desde la medicina a la nanotecnología, desde el deporte a la gastronomía. Sólo en uno de ellos, no consigue superar la obsoleta deconstrucción en el campo de la creatividad artística, literaria o de pensamiento. Y esto ha sido debido a una pésima selección de personal en las instituciones que, siguiendo la senda de las universidades, fomentan la venalidad moral que expulsa a los mejores. El contraste entre un tejido empresarial cosmopolita y una creatividad limitada a los outsiders me parece un indicio revelador de la actual situación. Para superarla no es suficiente proponer una ontología volitiva que adopte el Yes We Can diseñado en Chicago, ni siquiera en forma de un overlapping en común al negociar las normas de convivencia vecinal; es necesario (y urgente) promover un espíritu crítico que salga al paso del actual desánimo de los jóvenes; hay que asegurar el futuro de la creatividad sosteniendo que los modelos “post-todo” están en una etapa terminal, que tarde o temprano el péndulo oscilará hacia el lado de la preparación y no del tráfico de influencias. Y creo en eso del mismo modo que estoy convencido de que la historia como disciplina narrativa se situará en el núcleo de las instituciones como ahora lo está en el centro del interés del público.
Llegará el día, no muy lejano, que la sociedad de Barcelona despierte a los impulsos creadores, y apueste por una modernidad capaz de restablecer el cosmopolitismo en todos los campos del saber, no solo en los científicos y gastronómicos. Con ese ánimo he dado un paseo por las principales calles de la ciudad y, emulando a Schiller, he llegado a la conclusión de que una lectura creativa de la realidad no debe ser simple subversión sino un impulso renovador basado en una mayéutica relacional; pasión por el futuro, nunca nostalgia del pasado.
José Enrique Ruiz-Domènec
*
José Enrique Ruiz-Domènec es escritor, catedrático en la UAB y editor de Historia. National Geographic. Recibió el premio Ciutat de Barcelona de ensayo por una propuesta de renovación del estudio de la historia: El reto del historiador (Península). Autor de más de cuarenta libros entre otros Le grand roman de notre histoire. Paris, Saint-Simon, y de una biografía sobre el Gran Capitán, Turín, Einaudi. Acaba de publicar la primera edición al español del Diario del conde Harry Kessler (LibrosdeVanguardia).