Perfecto ejemplo de que el arte también surge al margen de los espacios tradicionales y en locaciones desautorizadas, “Art is Trash” y “Me lata” llevan años llenando las calles de Barcelona con un arte espontáneo y directo que busca ante todo la desjerarquización cultural.
Hoy en día la institución-arte se ha convertido en elemento totemizador y condición sine qua non para la producción, exhibición y consumo del arte. Pero, “si gastamos toda nuestra energía en presentar el marco y el discurso de la cultura dominante”, – como escribía Lucy R. Lippard- “¿quién va a estar ahí fuera experimentando con alternativas y escuchando a quienes están situados voluntaria o involuntariamente en los márgenes?’.
Art is Trash, pseudónimo de Francisco de Pájaro, poco podía imaginar que sería la calle la que le abriría las puertas del mundo del arte aquel día que hastiado de todo, frustrado como artista y sufriendo por un sistema laboral vampírico, decidió convertir un montón de bolsas de basura en algo más.
Banksy mezclado con arte povera o Basquiat fusionado con un tebeo, Art is Trash ha actuado en Nueva York, Londres, Berlín o la más cercana Valencia. La primera pintada fue en un mueble y casi por accidente. Alguien lo invitó a dibujar sobre un lienzo mientras lo gravaban, pero a falta de lienzo bueno fue ese mueble que iban a desechar. Desde entonces mira los trastos con otros ojos: puertas, colchones, cajas o bolsas de basura se convierten en seres animados, pequeños monstruitos en apuros que emergen de la cochambre para ofrecernos divertidas escenas cargadas de sarcasmo.
Aunque venía pintando desde tiempo atrás en bares de ocio o murales publicitarios, empezó en la calle en la madurez de los 39 años de edad. Había aterrizado en la ciudad unas primaveras antes. Venía de Londres y eligió Barcelona porque “sonaba como una ciudad cosmopolita barata y abierta a las inquietudes artísticas”. Reconoce que así fue durante unos años, hasta que en el 2006 “la política catalana de aquel momento decidió eliminar el arte en toda su totalidad, al arte callejero y a la gente que organizaba espectáculos en locales”. Enfadado, desanimado y decepcionado decidió salir a las calles como protesta contra “la censura, la hostilidad policial, la corrupción y la especulación inmobiliaria”. Empezó entonces a pintar “algo asqueroso” para ponerlo en los escaparates de las galerías de arte de Consell de Cent.
Desde entonces lo han detenido y multado numerosas veces (por pintar en la basura). No duda que dado su carácter inevitablemente efímero “el Street Art pone nervioso al poder, el poder quiere una obra de arte perpetua para beneficiarse”. Además “se hace gratis y para compartir con todos los públicos. Un artista urbano o un graffitero no necesita a una galería o institución para promover su trabajo. Te lo haces tú mismo como la escena punk. Es más anárquico. Y este espíritu de libertad es el gran enemigo del sistema”.
Lo mismo podrían subrayar Me lata, una pareja de bandoleros que lleva unos años “enlatando” la ciudad de Barcelona con frases de amor inspiradas en poesías, canciones o refranes. Lo que ellos hacen es ilegal, por eso prefieren guardar celosamente sus identidades. Actúan de forma rápida, sin ser vistos por la gente ni pillados por la policía, al más puro estilo “samurái”. Superhéroes enmascarados, que esparcen sus mensajes positivos para convertir este mundo en un lugar un poquito mejor.
Ni artistas ni graffiteros, Me lata se definen como “dos ENAMORADOS” (así, en mayúsculas). Como en el cuento que Cortázar dedicara a Tàpies, esta pareja se declara su amor en los muros de la ciudad. Y lo hacen “hablando en lata”. Latas de conservas, de sprays, de bebidas, cualquier tipo de bote metálico se convierte en soporte perfecto para su declaraciones amorosas: “que jodidamente increíble es quererte”, “por amor al arte, por amor a ti” o un insuperable “t’estimo”.
Las primeras acciones surgieron espontáneamente, igual que surge el amor. Estos dos cerebros creativos coincidieron en el barrio del Raval y decidieron hacer algo “original”. Desde que hace tres años empezaran a “enlatar” han escrito ya medio millar de mensajes entre Barcelona, Mallorca y Badalona. “Es un vicio, es un deporte adictivo, una vez que empiezas ya no puedes parar”. Por eso pintan cada día en casa y salen a la calle cada vez que sus trabajos alimenticios, “trabajos normales y corrientes para sobrevivir en medio del capitalismo” se lo permiten.
“Mensajes de amor en tiempos de guerra, mensajes de paz con la mente guerrera”, “Amor antes de nada, real ante todo” o “Amar es una palabra que indica acción” son algunas de sus confidencias favoritas. El próximo manifiesto enlatado de estos guerreros del amor: “Uno para todos y todos para unos”.
Me lata y Art is Trash son sinónimo de arte público y para todos los públicos. Sólo hace falta que aprendamos a verlo. No podemos anquilosarnos en discursos auto-legitimadores que olvidan todas aquellas prácticas que se sitúan al margen de la institución o la academia. De lo contrario, seguiremos atrapados en un ecosistema de relaciones endogámicas sin apenas biodiversidad. Y ya sabemos que la reproducción entre seres emparentados produce hijos enfermos.
“El arte es arte en cualquier sitio: no porque esté en un museo vale más que porque esté en una bolsa de basura”, Art is Trash dixit.
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Gisela Chillida es crítica y comisaria de arte
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