Los tiempos de pandemia son creativos. La soledad y el aislamiento dan para trabajar hacia dentro. Ello te permite recolocar cosas en la mente y estructurar ideas que revolotean pero no acaban de posarse en el templo de las musas. La acción creativa es de confinamiento. Existe una necesidad de aislamiento para lograr la concentración total y focalizar la fuerza en un proyecto, sea un libro, una obra pictórica, una coreografía o una composición musical. La creación es amiga de la reclusión mental. Todas las fuerzas en un solo punto.
Estos días no favorecen esa sensación de ayuno al contacto o a la relación. Podemos estar confinados o recluidos, aislados absolutamente en un pueblo minúsculo o en una gran urbe, pero la tecnología nos facilita, casi obliga, al contacto continuo. Hemos caminado sobre la pandemia con cientos de aplicaciones donde se puede reunir una familia entera, plataformas audiovisuales que ponen a nuestra alcance la cinematografía de cualquier gran director, series de televisión con cientos de capítulos que se convierten en las grandes obras de la literatura, bien hechas, bien rodadas y donde la dramaturgia supera la media. Por ello será muy interesante descubrir durante los próximos años qué tipo de obras creativas habrá engendrado esta época de aislamiento y reclusión activa.
Las ventas de la obra de Albert Camus, “La peste”, se han incrementado durante esos días. Ello fue posible, además, por el acuerdo al que llegaron el grupo Penguin Random House, Galimard y la agencia literaria de Andrew Wylie para publicar en edición electrónica. Además en las librerías la edición de Edhasa también está casi agotada. Existe una atracción por experimentar a través de otros lo que ocurre en la realidad. Así, ¿qué describió Camus?; ¿cómo actuaron aquellas gentes confinadas en la Orán de la Argelia francesa de 1847?; ¿qué sociedad salió de todo aquello? La obra de Camus se vio estimulada por otro virus no médico, sino político: el nazismo. Ello fue lo que estimuló al escritor a escribir una de sus obras maestras aunque para él fuera una historia fallida.
Resulta interesante proyectar las futuras creaciones producto de esta pandemia. Aunque para la mayoría el confinamiento no haya sido un ejercicio de claudicación con la sociedad, todo lo contrario, y aunque existan colectivos, los sanitarios en concreto, que tengan la sensación de haber superado una guerra, lo cierto es que estos larguísimos días darán para todo.
El tiempo, por ejemplo. Más de 100 días de claudicación vivencial. Creímos que el tiempo pasaba rápido por la cantidad de tareas que nos impone, por esta vida de ir de un lugar a otro de forma inmediata. Pero va a ser que no. En un soplo se han esfumado casi 100 días del calendario. Camus ya reflexionaba sobre ello.
Así que deberemos descubrir qué saldrá de esto. Todo es posible. Libros de reclusión psicológica, de pornografía expansiva, de angustias existenciales o de individualismo retorcido. Pinturas en negro o llenas de arco iris psicodélicos al amparo de las modas publicitarias. Al mal tiempo, emoticón sonriente. Músicas a lo réquiem o divertidas danzas que nos dejen abstraídos a las Mil y una noche. Asesinatos psicópatas o nacimientos impulsivos llenos de nueva vida y futuro.
Los confinamientos de los creadores han sido tan dispares que todavía deberán dejar volar la imaginación algunos meses, y puede que años, para que las piezas del rompecabezas vayan encajando. Pero puestos a ser positivos, tiempo después de la última pandemia que obligó a cerrar universidades hace un siglo, brotaron los versos de Pablo Neruda o de Federico García Lorca, y obras como “El Ulises” de James Joyce o el “El gran Gatsby” de Scott Fitzgerald. Así como el esperpento de Ramón María del Valle-Inclán. ¡Qué contemporáneo suena! A ello nos dedicaremos los próximos años. Habrá que entenderlo todo a golpe de esperpento.
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Álex Sàlmon és periodista, analista a Catalunya Ràdio, Tv3, TVE i Ràdio 4. Professor de periodisme a la UAO i a la UIC.
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