* Del ciclo : CONSTRUCCIÓN Y CANSANCIO EN LA BARCELONA CULTURAL
Libertad, ¿para qué?, decía Lenin. Cultura, ¿para qué?, piensan quienes ahora controlan o aspiran a controlar los resortes del poder en nuestras sociedades. En el territorio minado de este destemplado comienzo de siglo, a la política ha dejado de interesarle la cultura. ¿Qué cultura? No importa, cualquier cultura, con mayúsculas y con minúsculas. Quienes acceden al poder ya no se molestan en ocupar las grandes instituciones culturales que ansiaban, hasta hace muy poco, para investirse de prestigio y brillo intelectual. Ahora evitan cualquier tipo de trascendencia y aplican a la cultura el mismo trato que al fenómeno religioso; empujarlo -con razón o sin ella- fuera de la esfera pública y al pequeño patio de las aficiones y los vicios privados. Desde la derecha se la castiga directamente y sin remilgos con instrumentos letales como la fiscalidad, se la descalifica e ignora. Desde los movimientos emergentes de izquierdas, hijos de la indignación y el desafío, se la desprecia con la condescendencia de un bolchevique por el arte contemporáneo o el que tenía Stalin por la música de Shostakovich. El nuevo y reluciente ayuntamiento de Barcelona ni siquiera se ha dignado ocupar el espacio de poder que le corresponde en los grandes equipamientos culturales de la ciudad. Por no haber, no hay ni teniente de alcalde de Cultura.
Hemos asistido impávidos a la fulminante deconstrucción del entramado cultural del país en el breve plazo de unos años. Reconstruir lo que se ha perdido, las capas y capas de esfuerzo y conocimiento acumuladas, es ahora la tarea. No será fácil porque están segando la hierba bajo nuestros pies. Al mundo académico se le exige que olvide el pensamiento, las artes y la palabra, y se dedique a impartir conocimientos –pretendidamente- prácticos. La mal llamada cultura popular ha desplazado todo aquello que pudiera ser calificado simplemente de culto. El cansancio empieza a hacer mella. Antes de caer derrotados ha llegado el momento de tomar las armas y asaltar el Estado –cualquier armatoste del Estado- y exigirle que nos devuelva nuestras torres de marfil.
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José María Martí Font (Mataró, 1950) Una juventud americana, 30 años en El País (corresponsal en Alemania y París y redactor jefe de Cultura). Autor de El día que acabó el siglo XX (Anagrama, 1999) y Después del Muro (Galaxia Gutenberg, 2014).