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Xavier Marcé — Del Puerto a la Fira. Historia de un proyecto cultural privado

Después de la negativa del Ayuntamiento de Barcelona a tramitar la petición para crear un centro cultural asociado al Hermitage en el Puerto de Barcelona, el mismo grupo inversor lanza una propuesta similar en la antigua fábrica Godo y Trias ubicada en la Plaza Europa del Hospitalet. Se trata de un conjunto de naves de bellísima factura modernista situadas a tocar de la Fira de Barcelona en la Gran Via en este eje de nueva centralidad metropolitana que limita el barrio económico del Hospitalet y una zona de nueva implantación creativa que se conoce como el distrito cultural de esta ciudad que dada su cercanía también lo es de Barcelona.

En ambos casos, la propuesta parte de una premisa similar: una propuesta de uso de un espacio público para desarrollar un proyecto privado después de un proceso competitivo de adjudicación, que en el caso de Barcelona realizó el Puerto y que en el caso del Hospitalet deberá realizar el Ayuntamiento. Conviene aquí no adelantarnos al futuro y esperar a que este proceso se realice para saber si el proyecto en cuestión obtiene la correspondiente adjudicación, pero en cualquier caso la simple noticia de la petición ya es en sí mismo relevante.

Que hoy en día un grupo inversor decida apostar por la cultura y lo haga con las reglas de juego del sector público es digno de atención. Lo señalo para evitar confusiones e ideas preconcebidas, porque la naturaleza de una concesión pública siempre está sujeta a una temporalidad finita, impide el traspaso y la especulación inmobiliaria y obliga a un ejercicio de transparencia basado en la ejecución del proyecto presentado. Es evidente, pues, que un inversor privado en un solar público querrá ganar dinero, pero también lo es que no podrá hacerlo de cualquier manera, lo que supone un riesgo considerable y una voluntad encomiable para asumirlo.

Ahora no podemos hablar del Hermitage. Ni toca ni procede, aunque el tiempo dirá si parte del inmenso patrimonio de esta pinacoteca universal acabará siendo la pieza central de este proyecto. De momento se anuncia la creación de un centro cultural con espacios expositivos, formación, residencia de artistas de referencia y grandes complicidades con el sistema artístico local. Todo ello con una inversión de 40 millones de euros y con el potencial de una segunda fase en la que podría ampliarse con un edificio de nueva creación.

Ha existido un trabajo soterrado para evitar que esta inversión no haya acabado en Madrid o Málaga, solo por citar algunas ciudades que en su momento se citaron, lo que significa una excelente noticia para Barcelona, dado que tanto esta ubicación como la que se pretendía originalmente tienen un enorme impacto sobre el futuro cultural de la ciudad y de su área metropolitana.

Pero conviene recordar, si al final todo avanza adecuadamente, lo absurdo que resultará analizar el debate que ha rodeado este proyecto dentro de unos años. Pocos ciudadanos entenderán cuáles son las razones que han impedido ponerlo en marcha en Barcelona para tenerlo al fin en la Gran Barcelona.
Si alguien pretendía, negándose a aceptar una inversión de esta naturaleza, salvar Barcelona de un atropello cultural, de una inversión especulativa o de un proyecto sin interés artístico, habrá que recordarle que Barcelona gana de nuevo, sobreponiéndose a aquellos que la limitan territorialmente y parten de visiones preconcebidas de la cultura y la gestión pública.

Veremos cómo se desarrolla el proceso administrativo que debe acompañar esta propuesta, pero de entrada solo cabe alegrarse de que sus promotores no hayan caído en la tentación fácil de sentirse invitados por otras ciudades que querían acogerlos. Demuestra que Barcelona sigue siendo, para públicos y privados, un excelente lugar para desarrollar proyectos, generar ideas y construir futuro.

 

Published inARTÍCULOS DE TODOS LOS CICLOSGobernanza o la crisis del sector público

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