Pese a su aspecto irreverente, Cristina Morales es un ser delicado. Llegó a la sesión desconfiada, algo temerosa por una mala experiencia que le hizo pasar un fotógrafo en el pasado. Me bastaron unas palabras cariñosas para que emergiera poderosa. Fue ella la que me hizo entender el poder que tenemos los fotógrafos. Los modelos están en nuestras manos, de nosotros depende la imagen que proyectarán al mundo. Debemos convertir su fragilidad en fuerza, no aprovecharnos de ella.

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