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Gisela Chillida – Artes visuales 2030: Quo Vadis?*

El 2018 traerá novedades para las artes visuales. No hace falta decir que el año que termina ha sido bastante convulso. Se palpa un ambiente enrarecido dónde las ganas de sumarse al debate político se contradicen con la voluntad de seguir trabajando.

La rentrée cultural vivió un momento político extraordinario que la superó. El Gallery Weekend, la Feria Swab, seguidos de actividades satélite al margen de la programación oficial, se vieron inmersas de pleno en el 1-O. Dos días más tarde, instituciones y galerías se sumaron al parón del 3 de octubre.
Y eso sólo fue el inicio de una temporada que continuó de forma bastante anómala. Santa Mónica anunciaba que no podía pagar el fee a los artistas participantes en la muestra Doppelgänger y días más tarde informaba que posponía sine die algunas de las muestras programadas. El motivo: la intervención de las cuentas por parte del Gobierno Español.

Además de la aplicación del artículo 155, la Agencia Tributaria dio una vuelta más al tornillo del garrote vil al reclamar el IVA de las subvenciones recibidas entre 2013 y 2016, amenazando seriamente iniciativas como el Festival Temporada Alta (se le reclama 1.400.000€), el Teatre Lliure (1.300.000€), el Mercat de les Flors, el Festival de Sitges o el Centre de Cultura Contemporània (CCCB).

A finales de septiembre, el recién estrenado Conseller de Cultura, Lluís Puig, hizo público El Plan de Museos 2030. El plan, el tercero en menos de diez años, prevé acciones globales que tienen más de declaración de buenas intenciones que de hoja de ruta sobre cómo proceder.

Al MACBA le otorga una particular categoría parecida a un premio de consolación. No llega a ser museo nacional pese liderar el Sistema de Centres i Museus d’Arts Visuals de Catalunya. Como museo de referencia, el MACBA verá sus instalaciones ampliadas antes del primer cuadrienio. El MNAC también crecerá y pasará a ocupar el pabellón Victoria Eugenia de la Fira Barcelona, donde se instalará la biblioteca, las exposiciones temporales y parte de su colección.

¿Qué pasará con Arts Santa Mònica? Según lo previsto, en los próximos meses acogerá (provisionalmente o no) el Centre d’Arquitectura de Catalunya (nombre sí provisional). Tras un año de negociaciones, Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y el Col·legi d’Arquitectes de Catalunya han acordado emplazar el nuevo museo de arquitectura en el espacio que hasta ahora había ocupado el Arts Santa Mònica. Este enésimo cambio de rumbo dejó a Jaume Reus súbitamente en la calle (se le había prometido una dirección de cuatro años y ahora vencía el segundo) y a la comunidad artística tan enojada como preocupada. La Plataforma Asamblearia de Artistas de Catalunya (PAAC), bajo el lema “Salvem Santa Mònica”, organizó unas jornadas para reivindicar su importancia dentro del ecosistema barcelonés. La sorpresa llegó cuando el día previsto para esta ocupación simbólica el edificio permaneció cerrado por orden del Departament de Cultura.

Será Fabra i Coats, gestionada directamente por el Institut de Cultura de Barcelona (ICUB) quien albergue la programación de arte contemporáneo que hasta ahora acogía el Santa Mònica. El Ayuntamiento de Barcelona presentó el nuevo rumbo para la Red de Fábricas de Creación, donde especifica que se convertirá en equipamiento de referencia para la creación, producción y difusión de contenidos culturales. El centro busca ahora director.

La puesta en marcha del Plan de Museos supone una inversión de más de 215 millones de euros. Aunque como confiesa el conseller, las arcas están a 0€. ¿De dónde sacar entonces el dinero? El presupuesto de Cultura es de los más bajos de todas las partidas, con un 0,7%, cuando desde hace tiempo se reclama que esté como mínimo en el 2%. En conjunto, las administraciones con competencias culturales en Cataluña destinan anualmente 122€ por habitante. En países como Dinamarca, Suecia o Noruega el gasto público llega a 300-500€ por habitante y año. Estamos aún muy lejos.

En sus agendas falta solucionar otro elemento clave: que quienes trabajan en cultura puedan vivir de ello. ¿Ampliar el MNAC y el MACBA para que sus trabajadores sigan subcontratados y cobrando 5€ la hora? No se trata de ganar metros cuadrados, se trata de crear empleo estable y remunerado. La precariedad se ha anquilosado. Los empleados de la cultura (críticos, comisarios, artistas…) son quienes terminan por sufrir las últimas consecuencias, navegando entre pluriempleos que justo llegan a un sueldo. Según el informe del CONCA “36 propuestas para la mejora de la condición profesional”, el 25% de los artistas gana menos de 6.000€ anuales; el 27% recibe de 6.000€ a 12.000€; el 33%, entre 12.000 y 25.000€; solamente un 16% consigue una cifra superior a 25.000€. Si los creadores de cultura no viven de ello sólo hay dos salidas: el amateurismo o el aburguesamiento. O lo haces en tus ratos libres o tienes un respaldo económico que te permite trabajar sin apenas cobrar.

Para 2018 quedan otras muchas tareas pendientes: hay que recuperar el IVA cultural reducido, fomentar el mecenazgo como soporte al financiamiento público, y, sobre todo, es necesario aumentar y mejorar la presencia de las humanidades en el currículum educativo y en los medios de comunicación públicos. Primero es educar, desde los colegios y desde las pantallas. El arte no debe continuar ausente de los programas de educación obligatoria. La cultura no puede ser mera comparsa en la televisión. Aunque, ¿qué puede hacer un Govern con las manos esposadas?

* Quo vadis, Domine? Romam vado iterum crucifigi (¿Dónde vas, Señor? Voy a Roma a ser crucificado de nuevo)

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Gisela Chillida es comissària i crítica d’art.

 

Published inCiclesConstrucció i cansament a la Barcelona cultural

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