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Gisela Chillida – No sólo de visibilidad vive el artista

En Barcelona son muchas las iniciativas públicas y privadas que a través de distintas convocatorias buscan actuar como apoyo de los artistas y convertirse en espacios de experimentación, formación y producción. Pero, ¿quién premia? ¿quién gana? ¿qué ganan? A nivel público, la Sala d’Art Jove, Sant Andreu Contemporani y Can Felipa Arts Visuals se han erigido como espacios de referencia para la promoción del arte emergente de modo que sirven de puerta de entrada en la escena artística catalana-barcelonesa. La Capella, con el programa de Barcelona Producció es también un paso más hacia la consolidación. Por otro lado, existen numerosas iniciativas privadas: Fundació Guasch Coranty, Concurso de Pintura y Fotografía ART <35, Premio de Pintura de la Fundació Vila Casas o Premios Arte y Mecenazgo son algunas de las más importantes.

En un contexto de especial precariedad y fragilidad, premios, becas, y residencias adquieren especial importancia y se convierten en oscuro objeto de deseo. El problema es que la (super)vivencia a través de convocatorias es un espejismo que con promesas de futuro esclaviza a muchos artistas. Primero está el estipendio que le ha de permitir sufragar gastos básicos como ser humano y los derivados de su práctica artística. Luego está la anhelada visibilidad.

Dos trampas de las convocatorias: ayuda económica y exhibición. Para que el artista pueda considerarse como tal debe exponer su trabajo; la visibilidad es condición para su existencia en el mundo del arte, pero no para su subsistencia en el “mundo real”. De la visibilidad uno no vive. Del dinero de las becas seguramente tampoco. A veces, la prestación económica cubre a duras penas los costes de producción. Los honorarios para el artista, de haberlos, suelen equivaler al sueldo medio de un mes (e imaginamos que el artista invierte en horas mucho más). Si ganar una convocatoria es algo así como ser seleccionado para no ser devorado por el monstruo de la invisibilidad, pensemos en la cantidad de artistas no ganadores y los proyectos que pasan a descansar en el limbo de las convocatorias a la espera de ser rescatados por la intrépida autogestión.

Las bocas que alimentar son demasiados y los premios no son suficientes. Si sumamos el total de dinero proveniente de premios públicos no llega a los 40.000€. Teniendo en cuenta que muchos incluyen los costes de producción, esa cifra daría para vivir a dos o tres artistas. Esto, más que fomentar la producción, fomenta la rivalidad entre artistas quienes, como espermatozoides en cuello uterino, saben que sólo el más rápido logrará fecundar. Moraleja: DIY. Si no te exponen, exponte. La autogestión es una opción por la que se deciden muchos artistas. Internet ha cambiado los modos de llegar al público. Ya no es necesario un espacio físico para darnos a conocer. Además, de organizar un evento, podemos difundirlo a través de las redes de forma rápida, efectiva y gratuita.

Entonces, ¿por qué presentarse a una convocatoria? Un premio son las credenciales que acreditan que somos artistas. Concursar en premios, programas de becas o residencias facilita la entrada en el circuito de agentes profesionales y pone en contacto artistas e instituciones. Los premios son ese aval que nos permite firmar una hipoteca. Si la mayoría de carreras basta “el título” para acreditar nuestra profesionalidad, el artista necesita un reconocimiento público que constate que lo suyo va en serio. La convocatoria actúa como agente legitimador que tiene la capacidad de crear valor. Así, pasar el filtro del jurado adquiere carácter de rito iniciático con un alto valor simbólico. Preguntábamos ¿por qué, invertir horas y billetes en un proyecto para una convocatoria? Porque el artista quiere ser reconocido como “profesional”.

Pero un premio no debería ser una mera distinción honorífica que nos atesore como “artistas profesionales” o un fastpass al Art World. Las condecoraciones y pases VIP son un simple golpecito en la espalda a quien a veces viene magullado. Los premios realmente relevantes son los que incentivan la producción, los que permiten el desarrollo de proyectos y facilitan vías de profesionalización. Y para que esto suceda es necesario más dinero. De lo contrario, estamos condenados a vivir en el amateurismo endémico, la emergencia perpetua y el pluriempleo artístico. Tenemos los espacios, los agentes, las ideas, el trabajo… pero falta apoyo económico. Ya hemos demostrado que se puede hacer mucho con poco. Ahora es el turno de enseñar lo muchísimo que podemos hacer con algo más. Si no, quizá lo único que nos quede sea que los ganadores sigan el ejemplo de Jean-Paul Sartre, Jordi Savall o Santiago Sierra y se conviertan en apóstatas que dejen las instituciones vacías. No sólo de visibilidad vive el artista.

 

Premios públicos

La Sala d’Art Jove de la Generalitat es un espacio de la Direcció General de Joventut de la Generalitat de Catalunya. Desde 2006 abre cinco modalidades especializadas -creación, investigación, edición, intervención en el ámbito de la naturaleza y el paisaje e intervención en el ámbito museístico y patrimonial- dirigidas a residentes en Cataluña de entre dieciséis y treinta años con el objetivo de facilitar el desarrollo de proyectos de creación en artes visuales. Cada año se eligen 10 proyectos de creación dotados con 900 euros cada uno. Las exposiciones son el resultado del trabajo conjunto entre seleccionados y profesionales que actúan como tutores y asesoran a los artistas.

La Capella organiza BCN Producció, nacida en 2006 con el objetivo de incentivar la producción de artes visuales se estructura en distintas modalidades dirigidas tanto a artistas como comisarios, críticos, e investigadores de Barcelona y su área de influencia. El jurado es una comisión de seis personas independientes de la institución que intervienen en la selección de los proyectos y en toda la fase de producción. Eligen tres proyectos para la Sala Gran (3.000 € de honorarios y 8.000 € de producción) y otros tres para la Sala Petita (1.500 € de honorarios y 3.000 € de producción).

Sant Andreu Contemporani es un centro cívico que dispone de un programa público dedicado al arte emergente. Anualmente, convoca el Concurs d’Arts Visuals Premi Miquel Casablancas, un premio de arte joven de alcance nacional destinado a la promoción, difusión y producción de arte contemporáneo emergente que contempla cuatro modalidades: obra (2.000 euros por la compra de la obra que pasa a ser propiedad del Ayuntamiento de Barcelona-Distrito de Sant Andreu), proyecto (3.500 euros repartidos entre 2.750 para la producción en sí y 750 en concepto de honorarios), publicación (2.500 euros) y comunicación gráfica (4.000 euros). Pueden concursar todos los creadores y colectivos artísticos, nacionales o extranjeros, residentes en España menores de 35 años. El jurado está formado por el equipo gestor de SAC – Jordi Pino (director) y Pablo G. Polite y Zaida Trallero (comisarios) -con voz, pero sin voto- más tres miembros (artistas, comisarios, críticos, investigadores) que varían cada edición.

El Centro Cívico Can Felipa, equipamiento público del Ayuntamiento de Barcelona adscrito en el Distrito de Sant Martí, cuenta con un proyecto cultural y pluridisciplinar que pone especial interés en la producción artística emergente, sobre todo en el arte visual y las artes escénicas. Desde 2001 abre tres convocatorias -comisariado, creación artística y comunicación gráfica- destinadas a dar apoyo a la creación emergente y que dan como resultado el programa de la temporada siguiente. El premio son 700 euros por artista para la producción de la obra.

 

Premios privados

La Fundació Guasch Coranty convoca cuatro becas para la Creación Artística dotadas con 9.000 euros cada una destinadas únicamente a alumnos de la Facultad de Bellas Artes de la Universitat de Barcelona con el objetivo de promover, estimular y difundir las artes visuales y de creación, en todas sus disciplinas.

El Concurso de Pintura y Fotografía ART<35 quiere estimular y difundir la obra de jóvenes creadores en el campo de la fotografía y la pintura, vincular el mundo universitario de las Bellas Artes al sector profesional de la intermediación, y fomentar el coleccionismo y el mecenazgo del arte joven. Nació en 2008 por iniciativa del presidente de la Fundación Banco Sabadell, Miquel Molins, y el director de la Sala Parés, Joan Antón Maragall con el objetivo de acercar a los artistas más jóvenes al mundo profesional. Con este, daban un nuevo impulso al tradicional Premio de Pintura Joven.

Premio de Pintura de la Fundació Vila Casas. La convocatoria anual de los premios Fundación Vila Casas -dedicados de manera rotativa en las disciplinas pictórica, escultórica y fotográfica- quiere dar visibilidad a los artistas nacionales. Las obras premiadas pasan a ser propiedad de la Fundación Vila Casas. El ganador del premio realizará una exposición en Can Framis (Barcelona), en el plazo máximo de un año desde la fecha de entrega del premio. La dotación económica del primer premio es 6.000 para fotografía, 12.000 pintura, 15.000 escultura.

Los Premios Arte y Mecenazgo organizados por la Fundación homónima en colaboración con Obra Social La Caixa llegan este año a su séptima edición. Además de premiar a una galería y un mecenas, otorgan un premio de 50.000 euros al mejor artista, de los cuales, 20.000 deben destinarse a la realización de un libro de artista. Su objetivo es reconocer “a las personas dedicadas a la creación y la divulgación del arte en España”.

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Gisela Chillida Gisela Chillida és crítica d’art i comissària independent.

Published inCiclesConstrucció i cansament a la Barcelona culturalPUBLICACIONS

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